viernes, 10 de junio de 2016

Alfonso Grosso


 Su obra se enmarca dentro de la línea del realismo social, en consonancia con su actitud crítica frente al régimen franquista, que le había llevado a militar en el Partido Comunista desde 1955.

Alfonso Grosso Ramos, (Sevilla, 1928 - Valencina de Concepción, 1995) Novelista y cuentista español. Su familia, de procedencia italiana por línea paterna y de ascendencia campesina por parte de madre, pertenecía a la pequeña burguesía acomodada de Sevilla, y estaba relacionada con los círculos culturales y del poder de la ciudad. Cursó la educación primaria en la escuela de los Hermanos Maristas, y la secundaria primero en los jesuitas, para continuarla luego, a causa de la ruina de su padre, en el Instituto San Isidoro.

En la universidad, estudió Filosofía y Letras durante dos años, aunque finalmente acabó obteniendo el título de profesor mercantil en la Escuela de Comercio, en 1950. Ese mismo año aprobó la oposición al cuerpo del Instituto Nacional de Previsión, que abandonaría en 1962 a raíz de su traslado forzoso a Barcelona el año anterior al ser detenido por intervenir en una campaña proamnistía. En años posteriores, realizó algunos trabajos editoriales (por ejemplo, como asesor literario de Planeta) y desde 1968 hasta 1973 fue redactor en una agencia de publicidad.

Por lo que a su obra literaria se refiere, es un miembro más de la "generación del medio siglo" y, por tanto, en una primera etapa su obra se enmarca dentro de la línea del realismo social, en consonancia con su actitud crítica frente al régimen franquista, que le había llevado a militar en el Partido Comunista desde 1955. Fue en esta época, a finales de los años cincuenta, cuando se acercó a los círculos intelectuales madrileños, pues su trabajo de narrativa breve no encontraba lugar en las revistas literarias andaluzas, dedicadas principalmente a la poesía.

Su primera novela fue La zanja (1961), descripción realista de una jornada en un pequeño pueblo andaluz. En Un cielo difícilmente azul (1961) cultivó la misma técnica objetivista para seguir el viaje de dos camioneros por tierras de Cáceres, y consiguió dar forma a un crudo drama rural en el que los instintos individuales y los prejuicios sociales crean una atmósfera primitiva y sofocante. A continuación publicó Testa de copo (1963), El capirote (1964) y Los días iluminados (1965), libros en los que mantuvo una actitud de denuncia y el estilo directo propio de su primera época.

En El capirote cuenta la historia de un jornalero, Juan Rodríguez López, segador temporero de arroz, que es encerrado en la cárcel acusado de un delito que no ha cometido, el robo de una medalla de la Virgen del Rocío. Cuando aparece, es liberado. Finalmente, se integra en una cuadrilla de costaleros para ganar algo de dinero, como ocurría cuando los hombres de las trabajaderas aún eran profesionales y no hermanos. El costalero, enfermo de tuberculosis, muere bajo el paso de un Crucificado. La novela apareció publicada en 1964 en México, por la editorial Mortiz, ya que la censura no autorizó su edición en España. Finalmente se publicó en España por Seix Barral en 1974

Publicó además tres libros de viajes: Por el río abajo (1960), Hacia Morella (1961) y A poniente desde el Estrecho (1962), realizados en colaboración con Armando López Salinas, José Agustín Goytisolo y Manuel Barrios, respectivamente.

En 1960 inicia un viaje por Europa, y navegó por el Atlántico Sur (1961), y en 1962 llegó a Suecia, invitado por Ingmar Bergman, y fijó su residencia en Estocolmo. Desde allí continuó sus viajes por diversas ciudades europeas, como Praga, Berlín, París o Roma, donde trabajó algún tiempo con Rafael Alberti y María Teresa León. En 1966 realizó un viaje a Cuba para formar parte del Jurado del Premio Nacional de Literatura. En 1967 fijó su residencia en Madrid tras su regreso de Cuba.

A partir de mediados de la década de los sesenta su trayectoria literaria experimentó cambios importantes: abandonó el realismo social y buscó transmitir su planteamiento crítico utilizando fórmulas narrativas de mayor complejidad. Así se pone de manifiesto en Inés just coming (1968), novela en la que ofrece una visión sociológica de la revolución cubana a través de tres personajes que tratan de evadirse por medio del sexo mientras la isla se encuentra en estado de alerta por la inminente llegada de un ciclón. El empleo del monólogo interior y otros recursos de mayor calado experimental se unen a su capacidad de evocar ambientes de un modo sugestivo y fluido. Las mismas tendencias aparecen en Guarnición de silla (1970), retrato de una familia de bodegueros jerezanos, y en Florido mayo (1973), con la que obtuvo el premio Alfaguara.

Ya en la década de los setenta regresó a una línea menos experimental con libros como La buena muerte, de 1976, Los invitados, de 1978, El correo de Estambul (1980), Otoño indio (1983) y El aborto de María (1985), entre otros.

Los últimos años de la vida de Alfonso Grosso no fueron más que un borrón, confuso y triste. Internado, durante cinco años en el centro hospitalario andaluz conocido como San José de los locos, después de una serie de graves depresiones y algún intento de suicidio. Grosso sufría el mal de Alzheimer, que concluyó con una progresiva pérdida de la memoria, falleció en abril de 1995, a los 67 años en su modesta residencia de la localidad hispalense de Valencina de Concepción, tras un infarto de miocardio.

Florido Mayo, es la crónica de una familia con posibles venida a menos, narrada por el autor sin orden temporal lógico, con un estilo difícil y barroco, en el que el subjetivismo de Grosso hace una crónica de una época a través del apogeo y ocaso de una familia, su familia,  donde no importa quien vivió el drama de amores no realizados,  ruinas  económicas o viajes piadosos... son todos familiares del narrador, son como un mismo ser por el que Grosso siente  atracción y  rechazo  ya que es el origen de sus propias filias y sus fobias.

Es también una novela sobre  la obsesión por la mujer en particular por la madre del autor, Estrella, y por el amor de su juventud, Delia, que se va transmutando en otras mujeres a lo largo de anécdotas, muchas acaecidas en el extranjero, que el autor va relatando en combinación con la crónica familiar.

Finalmente, Florido Mayo es también la descripción de la Ciudad Fluvial, ciudad "aristocraticista" como Grosso la califica, con su provincianismo rancio y lleno de liturgias, plasmado sin acritud a través de la caída de los Gentile,  familia importante, que no burguesa, de eso no hay en Andalucía. Ciudad Fluvial que el autor tampoco puede rechazar del todo debido a  sus encantos evidentes, a los que canta con un lirismo fuera de toda afectación y localismo, convirtiéndola en ciudad universal.