lunes, 15 de septiembre de 2014

Juan Ramón Jiménez




Juan Ramón Jiménez Mantecón nace en Moguer (Huelva) el 23 de diciembre de 1881. Su infancia transcurre aquí, donde cursa  sus estudios de primaria y elemental. Posteriormente estudia bachiller en el colegio de los jesuitas del Puerto de Santa María, del que no guarda grandes recuerdos, aunque ya comienza a manifestar su inquietud por la pintura y la poesía. Termina sus estudios y regresa a Moguer en donde se siente feliz.
En septiembre de 1896 marcha  con su hermano a Sevilla para estudiar Derecho pero se siente mas atraído por la pintura, iniciándose de la mano del pintor Salvador Clemente. Pronto abandona esta actividad  y se va sumergiendo en la vida intelectual de la ciudad:  frecuenta el Ateneo y allí se familiariza con el Romancero y con la literatura clásica española, charla con poetas y escritores sevillanos  y piensa en ser poeta. Comienza a escribir y envía sus poemas a  revistas y periódicos. Decide no continuar con sus estudios de Derecho.
Villaespesa y Rubén Darío le invitan entonces a trasladarse a Madrid, pero regresa a Moguer, algo enfermo y desencantado del ambiente literario que se respira allí.
El 3 de julio de 1900 muere su padre en Moguer y Juan Ramón se traslada a vivir a Fuentepiña. Como no mejora, se le aconseja  un cambio de aires y marcha al sanatorio francés para enfermos mentales de Castel d´Andorte.  Vuelve a Madrid e  ingresa en el Sanatorio del Rosario. Allí  van a visitarle los hermanos Machado, Valle-Inclán, Cansinos Assens, Villaespesa, Salvador Rueda, los Martínez Sierra y Jacinto Benavente.  El sanatorio se convierte en un centro de tertulia y reunión de poetas y escritores.
En 1905 vuelve a Moguer.  La familia tiene problemas económicos y se agrava su enfermedad de tal modo que se siente inclinado al suicidio. Sin embargo, sus amigos de Madrid  no lo olvidan  y leen sus versos en el Ateneo de Madrid. La Academia de Poesía Española, de Madrid, le nombra por unanimidad Académico de Número, y el Ateneo de Sevilla le tributa un sentido homenaje.
De sus salidas a la campiña moguereña y de aquel contacto, empezarán a fluir las páginas sentimentales de Platero y yo, cuya primera edición apareció en la Navidad de 1914.
En 1913, Juan Ramón vuelve a Madrid y conoce a  Zenobia Camprubí.. Poco tiempo después pasa unos días en   Moguer, con su madre y hermanos.
En 1916 embarca en Cádiz rumbo a América para casarse con Zenobia, a la que dedica nuevas ediciones de su obra. Este hecho y el redescubrimiento del mar será decisivo en su obra, escribiendo Diario de un poeta recién casado. Esta obra marca la frontera entre su etapa sensitiva y la intelectual. Desde este momento crea una poesía pura con una lírica muy intelectual.  Regresan a España  y Juan Ramón inicia con ayuda de su esposa el largo proceso de traducir 22 obras del poeta y Nobel indio Rabindranath Tagore.
En 1918 encabeza movimientos de renovación poética, logrando una gran influencia en la Generación del 27. Del año 1921 al 1927 publica en revistas parte de su obra en prosa, y de 1925 a 1935 publica sus Cuadernos, donde se encuentran la mayoría de sus escritos.
Cuando en julio de 1936 estalla la guerra,  Juan Ramón suscribe, con Antonio Machado, Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y José Ortega y Gasset, el manifiesto  por el que se situa "del lado del Gobierno, de la República y del Pueblo, que con tanto heroísmo está combatiendo por las libertades".  Juan Ramón se entrevista con Manuel Azaña, presidente de la República, y le expresa sus deseo de obtener pasaporte para salir de España con dirección a Puerto Rico.
En Puerto Rico, Juan Ramón ultimó los detalles de las antologías pero, al no encontrar talleres gráficos donde  imprimirlas, se traslada a Cuba y colabora en las mejores revistas de Costa Rica,de Buenos Aires y de México. Los esposos viajan a Nueva York , a Durham, en Carolina del Norte. Juan Ramón dicta conferencias en la Universidad de Miami, y en el curso de verano de la Universidad de Duke.  También fue invitado a leer conferencias en Puerto Rico, Chile, Brasil, Perú, Guatemala, Colombia y Méjico. Era un hombre famoso en América, No obstante, su reconocimiento a nivel internacional  no le ayudó a vencer su decaimiento.

En noviembre del  año 1951 los doctores diagnosticaron a Zenobia un cáncer de matriz. Se operó en Boston el 31 de diciembre en el Massachussets General Hospital. Juan Ramón pareció sanar de repente de todos sus males, pero en seguida recayó, sumido en un hondo pesar por la incurable enfermedad de su esposa.
El 25 de octubre de 1956 la Academia Sueca concedió a Juan Ramón el Premio Nobel de Literatura. El 28 murió Zenobia y Juan Ramón entró en una gran depresión.
El 29 de mayo  de 1958 la vida de Juan Ramón se apagó para siempre.
Los cuerpos de Zenobia y Juan Ramón llegaron al aeropuerto madrileño de Barajas y continuaron su viaje hacia Moguer, parando en Sevilla, donde sus cuerpos fueron expuestos en la Universidad. Finalmente el 6 de junio recibieron sepultura en Moguer.

Platero y yo

¿Qué tiene este breve libro, esta pequeña obra, que la convierte en la tercera más traducida a diferentes idiomas y lenguajes del mundo después de la Biblia y El Quijote?

«Platero y yo» es un texto en prosa poética estético, moral y espiritual. Resulta clave y centro de la poesía de Juan Ramón Jiménez. Platero es eso y mucho más: poesía, novela, fábula, relato y retrato de gente y paisajes de su Moguer blanco y marinero.

"Platero" no era un libro que quisiera publicar. Él lo pensaba incluir en sus obras completas, y, como éstas no las dio nunca, pues jamás hubiera visto la luz si no es por el enfado con su amada Zenobia, que retrasó una traducción de Tagore que él había prometido entregar a un editor y para la que tenía que contar con la gran ayuda de ella. Y ante la imposibilidad de poder hacerlo en ese momento, ya muy agobiado, a Juan Ramón no le quedó más remedio que entregar 'Platero.

Tampoco estaba escrito como un libro para niños, pero como el compromiso de Juan Ramón con su editor era un trabajo para una colección juvenil, así quedo. El mismo lo explica en su breve introducción a la primera edición del libro, en 1914.

Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, está escrito para... ¡Qué sé yo para quién!..., para quien escribimos los poetas líricos... Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma. ¡Qué bien!

"Dondequiera que haya niños- dice Novalis-, existe una edad de oro". Pues por esa edad de oro que es como una isla espiritual caída del cielo, anda el corazón del poeta, y se encuentra allí tan a su gusto, que su mejor deseo sería no tener que abandonarla nunca.

¡Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de oro de los niños; siempre te halle yo en mi vida, mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta y, a veces, sin sentido, igual que el trino de la alondra en el sol blanco del amanecer!

En todo caso Platero y yo, es el mejor libro de poemas en prosa escrito en lengua española.