domingo, 20 de diciembre de 2015

Alejandro Sawa


 “Jamás hombre más nacido para el placer, fue al dolor más derecho”.

Alejandro Sawa Martínez, nació en Sevilla el 15 de marzo de 1862 en la calle San Pedro Mártir número 26, una calle singularmente literaria, ya que en ella nacieron tres escritores: el propio Sawa, Manuel Machado y Rafael de León. Falleció en Madrid en 1.909.

Escritor y periodista bohemio, Sawa nació en el seno de una familia de comerciantes de origen griego, que importaban vinos y productos ultramarinos de toda clase procedentes de Esmirna.

Siendo joven sintió una profunda vocación religiosa, ingresando en el seminario de Málaga, aunque más tarde sus primitivas convicciones se fueron transformando en anticlericales.

Muy pronto demuestra inquietudes literarias, pues con tan solo 15 años de edad funda una fugaz publicación, “Ecos de Juventud”, que era una revista semanal de Literatura, Ciencias y Arte.

En 1.877 se trasladó a Granada para estudiar Derecho, marchando a Madrid en 1.885 con la ilusión de abrirse camino en los ámbitos periodísticos y donde comenzó a vivir en una situación de pobreza y bohemia, a pesar de haber recibido el apoyo de algunas figuras del mundillo literario madrileño, como Pedro Antonio de Alarcón, Ramón de Campoamor y José Zorrilla.

En 1.889 viaja a París atraído por la rutilante vida artística de la ciudad francesa. Trabajó para la editorial Garnier, editando un diccionario enciclopédico. Tradujo a los hermanos Goncourt y en este periodo tuvo ocasión de entablar amistad con los principales literatos franceses del “Parnasianismo” y del “Simbolismo”, aunque Alejandro era un entusiasta lector de las obras románticas de Víctor Hugo.

Vivió entonces la etapa más feliz de su existencia. Se casó con una francesa, Jeanne Poirier, y de este matrimonio tuvieron una hija llamada Helena Rosa en 1.892, que significó para él una experiencia sentimental tan profunda que le hizo brotar hondos sentimientos de ternura.

Desgraciadamente, en esos días aparecen sus primeros problemas de salud y dificultades económicas, que se ven aumentadas cuando se lanza a la arriesgada aventura de tentar la suerte en los casinos, quedando aún más endeudado y, al final, totalmente arruinado.

En 1.896 regresó a España gracias a la ayuda de su hermano Miguel, trabajando intensamente en el periodismo. En Madrid fue redactor de El Motín, El Globo y La Correspondencia de España, y colaboró en ABC, Madrid Cómico, Alma Española, España y otros periódicos, al mismo tiempo que desarrollaba una fecunda labor literaria.

No obstante, Sawa continúa haciendo en Madrid su vida bohemia de siempre, frecuentando las tertulias de Valle – Inclán en el Café Madrid con su variopinta gente de teatro y mujeres de dudosa reputación, o se reúne en el Café Universal con Antonio Machado.

Su salud cada día se resiente más y su economía es ruinosa, viéndose obligado a vender sus muebles y sus libros después de haber perdido algunos objetos de valor en una casa de empeños.

La influencia naturalista de Zola, que había empezado a influir en España, dominó sus novelas, entre las que habría que destacar La mujer de todo el mundo (1.885), Crimen Legal (1.886), Declaración de un vencido (1.887), Noche (1.889), La sima de Iguzquiza 1.888), Un criadero de curas (1.888) y su obra cumbre, Iluminaciones en la sombra, que presenta un tinte modernista, publicada después de su muerte y que fue prologada por Rubén Darío, el amigo infiel que lo traicionó, aprovechándose de su desesperada situación económica, utilizándolo como “negro” y firmando unos artículos para el diario La Nación de Buenos Aires, publicados en 1.905 y que el nicaragüense nunca le abonó.

Sawa abordó en sus novelas problemas sociales, como la independencia de la mujer, la libertad sexual, el aborto, el matrimonio civil, el clero y hasta la locura.

El derrumbamiento físico y moral de Sawa fue progresivo. En 1.906 pierde la vista, sin que se sepa exactamente el motivo, llegando a escribir: “Yo no hubiera querido nacer; pero me es insoportable morir”.

Falleció ciego y con la razón trastornada, hundido en la miseria en su humilde casa de la calle del Conde Duque número 7 de Madrid, donde se puede leer una placa en la fachada que dice: “Al rey de los bohemios, Alejandro Sawa, a quien Valle – Inclán retrató en los espejos cóncavos de “Luces de Bohemia” como Max Estrella, que murió el 3 de marzo de 1.909, en el guardillón con ventano angosto de este caserío del Madrid, absurdo, brillante y hambriento”.

Leopoldo de Trazegnies, el poeta peruano residente en Sevilla, dice sobre él:

“Al escritor le suele temblar el pulso o equivocar la tecla por temor a crear un personaje más inteligente o más sensible que él. Un personaje así creado acarrearía la negación de su Creador, sería Hera pariendo a Cronos. Es lo que le ocurrió a Cervantes que se convirtió en un personaje secundario de su propia novela. A Alejandro Sawa le ocurrió algo aún peor: se convirtió en el personaje extravagante de una novela de otro.

En la ficción, lo sensato es crear espíritus pródigos con mayor carga humana que los reales. Valle-Inclán tuvo la suerte de que le ocurriera lo contrario: se encontró con un organismo real de una humanidad sin límites en los ambientes nocturnos de Madrid y le resultó fácil modelarlo como un espíritu esperpéntico. Sawa se hallaba de vuelta de su bohemia parisina, era un ser que aún llevaba una borrasca de alcohol en el estómago, un globo desinflado en los pulmones, un sexo pertinaz, unos ojos crepusculares de poeta desengañado y un irónico acento francés con el que relataba el beso que le diera Víctor Hugo, leyenda muy de la época bohemia que seguramente lanzó el propio Sawa pero que a la postre terminó molestándole. Era un epicúreo urbano, de vitalidad menguada, pero que había logrado lo más difícil para un bohemio: transmutar los añicos de sus ilusiones en estrellas. El escritor gallego de las luengas barbas aprovechó tan rico material biológico para convertirlo en el Max Estrella de su Luces de Bohemia.

Los personajes literarios nos sugieren sentimientos, los personajes reales los sufren. Las anécdotas de la bohemia nos pueden hasta divertir y cuanto mayor sea el desprendimiento del bohemio por lo material mayor será nuestro placer en la lectura, pero eso tiene un elevado coste en soledad, pobreza, angustia y dolor. Lo sabía Sawa, pero parecía no importarle.

Alejandro Sawa había venido al mundo a la búsqueda de la felicidad sin más equipaje que la literatura, pero la existencia lo fue arrinconando, despojándolo, dejándolo sobrevivir sólo entre sus textos, acompañado por las sombras de una mujer y una hija que no llegaron nunca a plasmar su amor en los actos más cotidianos de una familia. Porque Sawa no dejó nunca de vivir de forma extraordinaria”.

Manuel Machado le dedicó el siguiente epitafio: “Jamás hombre más nacido para el placer, fue al dolor más derecho”.

Alejandro Sawa fue un hombre con talento, pero sin suerte. Sus restos fueron depositados en una tumba de alquiler y luego trasladados a una fosa común por falta de pago.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Julia Uceda


  

El 22 de octubre de 1925 nace en Sevilla Julia Uceda Valiente. Su padre era médico y su abuelo farmacéutico, Julia se recuerda de pie sobre el mostrador de su farmacia, en la calle Laraña y casi frente a la Confitería La Campana en Sevilla, en cuya Universidad se licenció en Filosofía y Letras, ejerció la enseñanza durante algunos años y obtuvo, además, el Doctorado con una tesis sobre el poeta montañés José Luis Hidalgo, uno de los creadores más destacados del existencialismo de posguerra. En 1999 la Sociedad de Cultura Valle-Inclán de Ferrol le publica Los muertos y evolución del tema de la muerte en la poesía de José Luis Hidalgo.

Pero pronto sintió la necesidad de marcharse, “de salir, de ir hacia otra parte, como un autoexilio, pues nadie me obligaba, salir era un instinto para mí” —asegura en una entrevista— y, después de opositar a cátedra de instituto, abandona el país rumbo a Estados Unidos en 1965. Antes de marchar, recuerda como había caído en sus manos un libro de poemas de Ramón J. Sender, como profesora y poeta quiso hacerle una crítica que fue aceptada en Ínsula, entonces dirigida por José Luis Cano, pero no encontraba bibliografía alguna. Al comentar esto con un profesor, aún recuerda con indignación su respuesta: “¡Ah, sí!, fue un delincuente, la República lo propuso para el Nobel”. La reseña, “Las imágenes migratorias”, apareció en Ínsula en febrero de 1962: Julia Uceda fue la primera que en suelo español habló de la poesía de Ramón J. Sender. Su autoexilio estaba decidido.

Entre 1965 y 1973 ejerce como catedrática de Literatura española en la Michigan State University. En Estados Unidos “me sentí necesaria en mi trabajo y esto es algo muy importante” —declara—, conoce personalmente a Ramón J. Sender y a esa otra España de cuyos nombres su generación no sabía nada. Después de una breve estancia en nuestro país, lo abandona nuevamente para residir en Irlanda hasta 1976, año en el que vuelve definitivamente. Desde entonces vive en Galicia, en su casa de campo cercana al Ferrol.

Julia Uceda, que confiesa que empezó muy pequeña a escribir, publicó su primer libro en 1959: Mariposa en cenizas desatada aparecía ese año en la colección de poesía andaluza que el grupo Alcaraván creara en los 50 en Arcos de la Frontera. En el poema que da título al libro recrea un verso de las Soledades donde Góngora retoma el tópico petrarquista de la mariposa enamorada que se suicida en el fuego y que, más allá de la literatura española de los Siglos de Oro, los críticos descubren en autores como García Lorca, Dostoievsky, Lewis Carroll o la misma Uceda.

En 1962 con Extraña juventud consigue un accésit del Adonais. Siguen los poemarios Sin mucha esperanza (1966), Poemas de Cherry Lane (1968), Campanas en Sansueña (1977), Viejas voces secretas de la noche (1981) y Del camino de humo (1994), todos ellos incorporados a En el viento, hacia el mar, con el que fue reconocida con el Premio Nacional de Poesía en 2003. Era la primera vez que este premio recaía en una mujer.

Es Hija Predilecta de Andalucía. En el discurso que pronunció en 2005 en la ceremonia de nombramiento: “exilio y poesía son destinos comunes a lo largo de la historia del pueblo andaluz”, reconoce y añade: “el pueblo andaluz, aunque no haga poesía hace metáforas, hace imágenes, habla sin hablar”.

En 2006 se le concede el Premio Nacional de la Crítica por Zona desconocida. De este libro elige leernos “Aprendiendo a nadar”, que forma parte del grupo que llama De los senderos, iniciado con los recordados versos de Machado: “… y el camino que serpea / y débilmente blanquea / se enturbia y desaparece”.

No nos resistimos a transcribir sus palabras sobre el momento en que tiene lugar el acto de la creación poética: “Sucede que un poema puede convertirse en un boceto que, releído después de algún tiempo, vuelve a dejar oír su voz para revelar lo que el poeta olvidó o no supo ver en un determinado momento ya que la poesía, que procede de extraños lugares, es un acto de la memoria que no siempre permite el acceso a sus rincones perdidos”.

Su producción literaria y poética ha sido la siguiente, habiendo sido también traducida y publicada en varios idiomas como el portugués, chino, inglés y hebreo:

- Hablando con un haya (2010).
- Zona desconocida (2007).
- En el viento, hacia el mar (2003).
- Los muertos y evolución del tema de la muerte en la poesía de José Luis Hidalgo (1999).
- Del camino de humo (1994).
- Poesía (1991).
- Viejas voces secretas de la noche (1982).
- En elogio de la locura(1980). .
- Campanas en Sansueña (1977).
- Poemas de Cherry Lane (1968).
- Sin mucha esperanza (1966).
- Extraña juventud (1962).
- Mariposa en cenizas (1959).

Julia Uceda es también miembro de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras y de la Asociación Internacional de Hispanistas.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Maestro Quiroga


El Maestro Quiroga, al piano, con los poetas Rafael de León y Salvador Valverde
A pesar de su reconocida genialidad, Quiroga era una persona de extraordinaria humildad y de una simpatía desbordante, adobada por su gracejo sevillano.
 
Manuel López – Quiroga Miquel (Sevilla, 1.899 – Madrid, 1.988), pianista, compositor y autor de cuplé y copla, conocido como maestro Quiroga. Hijo de un buen artesano grabador en metal, estudió el grado elemental de Magisterio. Asistió a las clases de Dibujo y Pintura en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y estudió en el Conservatorio Municipal de Sevilla piano y solfeo con Rafael González Gálvez, armonía con Luis Mariani y composición con Eduardo de Torres, maestro de capilla de la Catedral de Sevilla.

La actividad de Quiroga era cada vez más intensa; además de la música sacra que con 18 años toca en el órgano de la iglesia de los jesuitas de la calle Jesús del Gran Poder, también lo hace en los intermedios de los teatros, pone fondo musical a las películas mudas y acompaña a los cantantes en los locales de cuplés.

Tras hacer el servicio militar en Vitoria, librándose de ir a la guerra en Marruecos debido a unas fiebres, regresa a Sevilla y cobra cuatro pesetas diarias por tocar el piano en los intermedios del Teatro San Fernando. Pero su verdadera vocación era la de compositor.

En 1.923 estrena su primera obra, la zarzuela en un solo acto “Sevilla, que grande eres”, en el Teatro del Duque, le sigue “El cortijo de las matas”, “La niña de los perros” y “Presagio rojo”, su mayor éxito en estos comienzos, según la prensa local sevillana.

En 1.929 se traslada a Madrid, donde continúa tocando el piano en teatros y cabarets, mientras compone y estrena zarzuelas y canciones, pero a pesar de algunos éxitos, la música no le da para vivir lo suficiente y se ve obligado a recurrir a su oficio de grabador, troquelando imágenes de vírgenes y santos.

En 1.931 conoce a un distinguido y aristócrata sevillano llamado Rafael de León, ambos con profundas raíces andaluzas y se produce entre ellos una extraordinaria compenetración. Los inspirados romances y letras de Rafael hacen que el músico componga sus primeros grandes éxitos. La copla se va imponiendo.

En 1.933 Quiroga puede dejar definitivamente el grabado y dedicarse por completo a las canciones, dando, además, clases a otros artistas y componiendo constantemente.

Tras la Guerra Civil surgen otros letristas con los que el maestro colabora. Uno de ellos es el jerezano Antonio Quintero, que en unión de Quiroga y Rafael de León formaron un trío excepcional e inician una larga etapa de éxitos populares en el mundo de la copla, que se suceden hasta avanzados los años sesenta.

Fue una persona que nunca se olvidó de sus comienzos teatrales y realizó campañas de zarzuela en el Teatro Alcalá de Madrid, donde estrenó “La Reina fea” en el año 1.941.

Realizó innumerables giras con figuras folclóricas como Estrellita Castro, su primera musa, Juanita Reina, Concha Piquer, Rosa Morena, Imperio Argentina, y, en sus últimos años, espectáculos cómicos con Tony Leblanc.

Quiroga fue un autor muy prolífico, con más de cinco mil composiciones musicales de las más variadas modalidades, muchas de las cuales llegaron a ser muy populares en la España de los años 40 y 50. Por citar a algunas de sus canciones más famosas, es autor, en cuanto a la música de “Tatuaje”, “La Zarzamora”, “Ay, pena, penita, pena”, “La niña de puerta oscura”, “Ojos verdes”, “La Parrala”, “Pena mora”, “A la lima y al limón”, “Amante de abril y Mayo”, “Triniá”, “Coplas de Luis Candelas”, “Me embrujaste”, “Rocío”, “Francisco Alegre” o “María de la O”.




Sin embargo, la copla se va sumergiendo en una clara decadencia a finales de los años setenta y el maestro Quiroga es casi olvidado. Al final de su vida comienza a recibir homenajes y le llega el pleno reconocimiento como compositor, el más importante que ha dado la copla.

El día seis de julio de 1.972 fue nombrado Consejero de Honor de la Sociedad General de Autores de España y en 1.986 se le nombró Hijo Adoptivo de Madrid. En este mismo año la Sociedad General de Autores de España y el Ministerio de Cultura organizaron un gran homenaje en su honor, ofreciendo la Orquesta Nacional de España un concierto en el Teatro Real de Madrid interpretando 22 de sus más afamados temas y al que asistió Conchita Piquer.

A pesar de su reconocida genialidad, Quiroga era una persona de extraordinaria humildad y de una simpatía desbordante, adobada por su gracejo sevillano. Cuando se le preguntaba por la clave de sus muchos éxitos, el maestro siempre se los atribuía a sus letristas y a sus intérpretes.

Falleció en la clínica Virgen del Mar de Madrid a consecuencia de un edema pulmonar. Su muerte, acaecida en 1.988, pasó casi desapercibida y fue enterrado, con escasa asistencia, en el cementerio de la Almudena de Madrid.

Juan Luis Contreras

martes, 3 de noviembre de 2015

Emilio Lledó Íñigo


Emilio Lledó, ilustre trianero, defendió la teoría de que el pensar, siempre vehiculado mediante el lenguaje, es un modo de instalarse el hombre en el mundo.
 
La semana pasada Emilio Lledó Íñigo recibió el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, de manos de S. M. El Rey Felipe VI en Teatro Campoamor de Oviedo. Recogemos aquí la vida y la obra de este filósofo sevillano, como homenaje y reconocimiento a toda su labor.

De padres saltereños, Emilio Lledó nació en el barrio de Triana de Sevilla en 1927. Su padre era militar artillero y cuando tenía seis años se fueron a Madrid destinados al cuartel de artillería de Vicálvaro. Allí vivieron y padecieron las penalidades de la Guerra Civil.

Cursó la enseñanza secundaria en el instituto Cervantes de Madrid y se licenció en filosofía en la Universidad de Madrid en 1952, donde fue apoyado por un joven Julián Marías. De inmediato se fue a Alemania, y prosiguió sus estudios con maestros alemanes; en filosofía, Hans-Georg Gadamer sobre todo, además de Karl Löwith; Otto Regenbogen, quien le encaminó hacia la filología clásica. Pudo concluir allí su tesis doctoral al conseguirle Gadamer una beca de la "Alexander von Humboldt Stiftung".

En 1955 se incorporó a la Universidad de Madrid como ayudante de Santiago Montero Díaz. Pero regresó a Alemania, casado: Gadamer era decano de la Facultad y le comunicó que había un puesto para él en Heidelberg. Y, si bien 1958 obtuvo una cátedra de secundaria, pidió la excedencia para volver de nuevo a Alemania, donde estaría diez años en conjunto, durante esa etapa.

En 1962 regresó a España, pues finalmente se incorporó a la docencia secundaria en el Instituto Núñez de Arce en Valladolid, con su mujer, Montserrat Macau Matas, catedrática de alemán. A los dos años, en 1964, obtuvo la cátedra de Fundamentos de filosofía e Historia de los sistemas filosóficos de la Universidad de La Laguna, a donde se trasladó, lo que fue una experiencia decisiva en su vida. Poco después, en 1967, opositó a la cátedra de Historia de la Filosofía de la Universidad de Barcelona, la obtuvo y permaneció once años muy fructíferos en la capital catalana. En 1978 se trasladó a la UNED de Madrid.

En la UNED ha desarrollado una actividad notable hasta su jubilación, si bien volvió a Alemania durante un tiempo como investigador, pues en 1988 fue nombrado miembro vitalicio (fellow) del Instituto para Estudios Avanzados de Berlín ("Wissenschaftskolleg"), y se estableció allí durante tres años, ya que también estuvo en la Universidad libre de esa ciudad. Precisamente allí escribió dos de sus grandes monografías: El silencio de la escritura y El surco del tiempo.

 En 1988 fue nombrado miembro vitalicio del Instituto para Estudios Avanzados de Berlín, ciudad en la que recibió el Premio Alexander Von Humboldt del gobierno de Alemania. Elegido miembro de la Real Academia Española de la Lengua el 11 de noviembre de 1993, tomó posesión el 27 de noviembre de 1994, ocupando el sillón ele minúscula. En 2004 se le otorgó el XVIII Premio Internacional Menéndez Pelayo. En 2007 le fue concedido el II Premio Fernando Lázaro Carreter creado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. En 2008, la Junta de Andalucía le concedió uno de los Premios Cultura, el María Zambrano, por "su papel en la recuperación de la filosofía griega y el helenismo en España, así como su contribución al desarrollo de la hermenéutica en el panorama de la filosofía española contemporánea".

El 18 de noviembre de 2014, fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en reconocimiento a toda la obra literaria de un autor español. El 20 de mayo de 2015, el filósofo sevillano se convirtió en el nuevo Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Emilio Lledó centró sus intereses filosóficos en el problema del lenguaje, entendido como el exclusivo vehículo que lleva al hombre al filosofar. Trató de plantear la metodología de una semántica filosófica a partir de investigaciones lingüísticas y filológicas, buscando justificar la abstracción del pensamiento a partir de los condicionantes materiales en que se produce el pensar humano.

Lledó defendió la teoría de que el pensar, siempre vehiculado mediante el lenguaje, es un modo de instalarse el hombre en el mundo.

Sus investigaciones apuntaron últimamente al planteamiento de una pregunta crucial: "¿para qué la filosofía?". Si aún ha de existir discurso filosófico hoy, éste debe ceñirse a las voces de la historia presente, atendiendo preferentemente a los problemas del lenguaje, del comportamiento individual y social, a la crítica de nuestras concepciones del mundo, y al uso que deba darse al saber. Lledó es autor de numerosos artículos publicados en las más prestigiosas revistas filosóficas españolas e internacionales. Entre sus libros cabe citar: El concepto de Poíesis en la filosofía griega (1961); Filosofía y lenguaje, de 1970; La filosofía hoy (1975); Lenguaje e Historia (1978); El Epicureísmo (1984); La memoria del Logos (1984); El silencio de la escritura (1991); El surco del tiempo (1992), y Días y libros (1994), entre otros.

Para entender algo más la figura de Emilio Lledó y su pensamiento recogemos algunas de sus declaraciones al mundo de la comunicación. Así su opinión respecto al libro el la Revista de Filosofía

Para mí, los libros significan la memoria. Yo creo que los seres humanos somos fundamentalmente memoria y lenguaje. Si no tuviéramos memoria, no sabríamos quiénes somos. Por eso, siempre he defendido la tesis de que debemos tener memoria, no solo individual sino también colectiva.

O sobre el aprendizaje y la enseñanza, con el recuerdo de su maestro de primaria en Vicálvaro:

Antes lo he dicho en otro contexto: uno no puede ser más que su propia memoria. Creo que esta es una de las experiencias más hermosas de mi vida, y me parece que es un homenaje que debo rendir a don Francisco, que fue un maestro que yo tuve en Vicálvaro, en Madrid. Los niños de mi clase tendríamos ocho, nueve o diez años, y aquel maestro nos enseñó la libertad, y nos la enseñó de una manera muy concreta. Después de leer una página de El Quijote nos decía: “sugerencias de la lectura”. Eso me pareció tan interesante que no lo he olvidado. La imagen de aquel joven maestro en una escuela pública. Yo creo decididamente en la enseñanza pública, en una enseñanza en la que no sea el dinero el que cambie las perspectivas o los tipos de enseñanza.

Porque también creo una hermosa frase kantiana, que “el ser humano es lo que la educación hace de él”. Somos, nos formamos, nos deformamos y nos transformamos por medio de la educación. Por lo tanto, el mimo a las instituciones donde esa educación es posible tiene que ser una característica decisiva de cualquier gobierno y de cualquier política. Y ya que he pronunciado la palabra política diré que la política es esencial en la cultura, y también los políticos. La política es, según decía un texto clásico, “lo más arquitectónico, lo más interesante de la vida social”, porque organiza, armoniza y orienta los distintos deseos e ideas de los seres humanos, a los que esos políticos tienen que facilitar la existencia (y no la de ellos).

En fin, hemos intentado acercar a los sevillanos la figura de este paisano ilustrísimo, que si bien cuenta con el reconocimiento oficial, entendemos que nuestra labor está en acercarlo al ciudadano medio, para que lo conozca mejor y pueda apreciarlo, y valorarlo en su justo termino, sintiéndose orgulloso de él.

jueves, 15 de octubre de 2015

Salvador Navarro


  
Con esta novela Salvador Navarro se consolida como una de la más firmes promesas de la literatura en nuestra ciudad.

Nacido en Sevilla en el 67, Salvador Navarro es un ingeniero de Renault a quien en su tiempo libre le gusta contar historias, comenzó a escribir ya adolescente. Amante de la literatura norteamericana del siglo XX, Patricia Highsmith, Paul Auster, John Irving, son sus autores favoritos. En 2002  publica su primera novela, ‘Eres lo único que tengo, niña’. Tras una etapa de tres años viviendo en París, ‘Rosa.0’ y ‘Andrea no está loca’ confirmaron su asentamiento en el panorama literario sevillano. Literatura urbana, contemporánea, con fuertes componentes psicológicos en que los personajes son la base y las tramas siempre se rodean de una atmósfera de fuerte tensión, muy influido por la narrativa americana del siglo XX.

Con ‘No te supe perder’, finalista del XIX Premio Internacional de Novela Luis Berenguer, Salvador Navarro busca su aceptación a nivel nacional como narrador de historias.

Ahora Salvador Navarro acaba de presentar su último trabajo Huyendo de mí, publicado por Algaida Editores. Con esta novela Salvador Navarro se consolida como una de la más firmes promesas de la literatura en nuestra ciudad.

Huyendo de mí .- Leo es un arquitecto en horas bajas, tanto en términos profesionales como matrimoniales, que cree percibir un guiño del destino en su encuentro casual con ese viejo amor juvenil que fue Virginia. Puesto que ambos parecen dispuestos a engañarse al respecto, a revivir de forma artificial aquello que los uniera en el pasado, Pablo deberá tomar cartas en el asunto y evitar que se utilicen y acaben haciendo daño el uno a otro.

Huyendo de mí lleva al límite las relaciones. En una relación puedes amar tanto que incluso te des cuenta de que no estás dando todo lo que tu pareja se merece; que el amor que sientes por ella sea tan fuerte que incluso le ofrezcas estar con otra persona, tener otra vida... He querido llevar el amor pleno hasta sus últimas consecuencias.

El título de la novela tiene un sentido ambiguo, puede ser una huida de la persona amada, pero también una huida de uno mismo. Lo que quiere reflejar, el autor,  es ese momento de crisis, de cambio en el que uno quiere deshacerse de la vida que lleva.

viernes, 2 de octubre de 2015

Francisco Morales Padrón


Esta es la gran figura de Morales Padrón un canario americanista enamorado de Sevilla, a la que dedica su esencia, en su Sevilla insólita.

Nació en la localidad canaria de Santa Brígida en 1923, falleciendo en Sevilla el 15 de noviembre de 2010 a la edad de 87 años. Historiador, americanista y sevillano universal, estuvo 52 años como catedrático en la Universidad Hispalense.

Licenciado en Historia de América por la Universidad de Sevilla, fue catedrático de «Historia de los Descubrimientos Geográfi cos» de 1958 a 1988 y profesor emérito de la Hispalense de 1989 a 2006. Fue doctor honoris causa por las universidades de Attila Josef de Szeged, Génova y Las Palmas y recibió la encomienda con placa de Alfonso X el Sabio, la orden al mérito civil del Gobierno Peruano y la orden Andrés Bello. También fue nombrado Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria e Hijo Predilecto de su pueblo natal, Santa Brígida.

Autor de numerosos libros sobre América ­«Historia del descubrimiento y conquista de América», «Historia de Hispanoamérica», «Los conquistadores de América» o «Teoría y leyes de la conquista», entre otros­ y sobre su otra gran pasión, Sevilla, como La ciudad del Quinientos, Sevilla insólita, Visión de Sevilla, Los corrales de vecinos de Sevilla, Leyenda y realidad en la sevillana Fábrica de Tabacos, De cómo los extranjeros vieron a la Sevilla de Zurbarán, Viajeros extranjeros en Sevilla: siglo XIX, Encuentro con Sevilla, Apócrifo sevillano: Jesús muere y resucita en Sevilla, Sevilla, Guía sentimental de Sevilla, Sevilla: la ciudad de los cinco nombres, Los archivos parroquiales de Sevilla, Sevilla y el río, etc…

Se licenció en Filosofía y Letras en las Universidades de La Laguna y Sevilla. Comenzó colaborando como becario en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Fue decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla y dirigió los colegios universitarios Santa María del Buen Aire y Hernando Colón, de Sevilla. Obtiene primero el grado de maestro nacional, luego se doctora en Historia de América en Madrid en 1952, completando su trayectoria, como profesor adjunto en la Universidad Hispalense, entre 1952 y 1954. Con posterioridad, adquiere el grado de colaborador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas adscrito a la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, entre los años 1954-58.

Formó parte, como vicesecretario primero y como vicerrector después, de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Fundó y dirigió la revista Historiografía y Bibliografía Americanista. Dirigió la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras entre 1981 y 1990 y la Fundación Focus-Abengoa de 1989 a 2003. en 1990 el Gobierno Autónomo de Canarias le concedía el Premio Canarias de acervo socio-histórico. Entre otros, se hizo merecedor de los premios Andalucía de Humanidades Ibn Jatib, así como de la Medalla de Oro de la Universidad Internacional de Andalucía (Unia). Fue colaborador habitual de ABC, donde publicó una celebrada serie sobre Colón.

Don Francisco Morales Padrón constituye un ejemplo típico de esos personajes que se han labrado y hecho así mismos; lo que ha ganado en la vida, es fruto de un esfuerzo personal y a veces también colectivo, de su familia, en la más amplia acepción de la palabra, que le ha apoyado y ayudado a llegar dónde hoy está. Al nacer en Santa Brígida en el seno de una familia humilde, debió de enfrentarse desde muy pronto, a una serie de dificultades que le retrasaron en sus estudios de secundaria, que gracias a una beca pudo culminar en el prestigioso colegio “Viera y Clavijo”, de las Palmas, dónde con resultados más que notables, acabó su bachillerato; a partir de ese momento, la palabras becas y esfuerzos irán íntimamente unidas, hasta culminar su carrera universitaria.
Le toca realizar su licenciatura universitaria entre los años de 1944-1949, en plena posguerra española y durante parte del transcurso de la II Guerra Mundial;  primero en la Universidad de La Laguna, y con posterioridad, su especialización en Historia de América, en la de Sevilla, cuna de una relevante escuela de americanistas, de las que nuestro paisano constituye uno de sus más claros ejemplos. Su carrera académica, es asimismo un exponente manifiesto de la dificultad y  el recorrido que tuvieron que realizar muchos jóvenes de la época, maestros hoy glosados, a los que la necesidad vital de sustento, para ellos y sus familias, les obligó a realizar un rodeo por la enseñanza primaria o secundaria, antes de llegar a la universitaria.

Así pues, obtiene primero el grado de maestro nacional, luego se doctora en Historia de América en Madrid en 1952, completando su trayectoria, como profesor adjunto en la Universidad Hispalense, entre 1952 y 1954. Con posterioridad, adquiere el grado de colaborador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas adscrito a la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, entre los años 1954-58; en este último,  concursa a una cátedra de Historia de América que obtiene, ejerciéndola de forma ininterrumpida hasta el año de su jubilación en 1989. En esa misma fecha, será elegido profesor emérito de la Universidad Hispalense, que de esta forma le reconocía y se negaba a prescindir de sus servicios.

Completó sus estudios en la Universidad de la Laguna, para luego especializarse en Historia de América en la Hispalense. Entre sus obras con más renombre destacan "Jamaica Española" (1952), "El comercio canario-americano (siglos XVI, XVII, XVIII)" (1995), "Historia de la Conquista de América" (1973), "Sevilla, Canarias y América" (1970) o "Sevilla insólita" (1972), editada hasta siete veces y el ejemplar más vendido del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

Fue colaborador científico del C.S.I.C., Catedrático de la Universidad de Sevilla en la cátedra "Historia de los Descubrimientos Geográficos" (1958-1988) y Profesor Emérito de la misma facultad entre 1989 y 2006. Entre otros cargos, fue Vicedecano y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla (1962- 1969), Vicedirector de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla (1965-1970), Director del Departamento de Historia de América (1972-1978), Director del Colegio Mayor Universitario "Hernando Colón" (1964-1978), Director de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras (1981-1990) y Director de la fundación Focus-Abengoa (1989-2003).

Ha ejercido la docencia en la Universidad de Sevilla, la Escuela Diplomática española, la Universidad de Florencia, la Universidad de Varsovia y la Universidad de San Miguel de Tucumán (Argentina). Ha participado en los Cursos de Verano de la Universidad Menéndez y Pelayo, los del Escorial, los de la Universidad Hispanoamericana de Santa María de la Rábida, los Cursos de Otoño de la Universidad de Sevilla y los de la Fundación Fundes.

Llamado y solicitado por numerosas Universidades, ocupó muchos cargos en la Hispalense además de presidente de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras, entre otros. Premiado con numerosas condecoraciones que avalaban su trayectoria profesional, recibió la Encomienda Alfonso X el Sabio, la Orden al Mérito Civil Peruano, la Orden Andrés Bello de Venezuela o recientemente la medalla de oro de la Universidad Internacional de la Rábida antes de fallecer.

Entre algunas de sus distinciones, fue Doctor Honoris Causa por las universidades Attila Josef de Szeged, Hungría, por la de Génova y por la de Las Palmas de Gran Canaria. Recibió la placa de Alfonso X el Sabio, el Orden al mérito civil del Gobierno Peruano, la Orden Andrés Bello, segundo grado, de Venezuela, el Can de plata del Exmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. Asimismo, es Hijo adoptivo de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y predilecto de su pueblo natal, Santa Brígida.

Perteneció a la Real Academia Española de la Lengua y de la Historia, a las Academias Nacionales de la Historia de Portugal y Argentina, a la Societé des Ameticanistes (París) y a varios organismos de México, Honduras, Panamá, Puerto Rico, Venezuela, Brasil, Argentina, Paraguay y Perú.

Sevilla insólita

De por sí resulta insólito que yo tenga la osadía de intentar hablar de una parcela de esta ciudad: de la Sevilla insólita. Porque toda Sevilla es una ciudad insólita, entendiendo como tal algo no común, extraordinario, desacostumbrado. Más que insólita mi pretensión, más que asombrosa, lo que me parece es audaz. Pero en función del amor —quien mucho ama será perdonado—, y con la misma levedad científica con que hemos definido el vocablo insólito, vamos a pasear por un itinerario sevillano que nos llevará por cosas no comunes, desconocidas a veces por algunos y siempre entrañables para mí. Cosas insólitas las hay en todas partes y cada día. Aquí y allá.

Sevilla es una ciudad para quedarse en ella y amarla o para marcharse. Nosotros nos hemos quedado. Y el que se queda, si quiere ser algo en ella tiene que integrarse. Y el que queda acaba amándola, aunque practique una continua crítica.

Esta es la gran figura de Morales Padrón un americanista enamorado de Sevilla, a la que le dedica su esencia, en su Sevilla insólita.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Manuel Siurot


Esta es la vida de un hombre y su obra incompresiblemente olvidados por las actuales generaciones, que dedicó su vida a rescatar del analfabetismo a la infancia más necesitada. 
Manuel Siurot Rodríguez nace en La Palma del Condado, provincia de Huelva (Andalucía) el 1 de diciembre de 1872, Sus padres eran José Siurot Ruiz, herrador lebrijano que estudió veterinaria en la Escuela Libre de LaPalma, y Lutgarda Rodríguez Caro, que le marcó afectiva y religiosamente.

En 1881, cuando contaba 9 años de edad, se traslada con su familia a Gibraleón (Huelva), donde vivió más de 5 años. A principios de 1887 se traslada a la ciudad de Huelva, que en aquella época no alcanzaba los 20.000 habitantes. En esta ciudad cursó los estudios de bachillerato que culminó a los 19 años con la máxima calificación.

En 1892 se matricula en el curso preparatorio de derecho de la Universidad Literaria de Sevilla, ciudad en la que reside durante los tres primeros cursos de licenciatura, acabando los dos últimos cursos de ésta desde Huelva, y licenciándose con un sobresaliente en el ejercicio del Grado de Licenciado.

Se casó el 6 de octubre de 1901 con Manuela de Mora Claros, perteneciente a una adinerada familia de Huelva. Ella será quién le ayude durante años con su abnegación y su patrimonio a realizar su altruista labor docente, con quien tuvo a su única hija Antonia. Ejerció durante más de 10 años como abogado en Huelva hasta que, a principios de 1908, decidió cambiar su profesión por la de maestro de niños pobres, colaborando plenamente en las recién inauguradas Escuelas del Sagrado Corazón de Jesús (que siguen vigentes hoy en día en Huelva incluso con un monumento), fundadas por el sacerdote Manuel González García.

A partir de 1916, tras la marcha del fundador González García a Málaga, Manuel Siurot asume la plena responsabilidad de las Escuelas del Sagrado Corazón, manteniéndolas en funcionamiento hasta su muerte.

En 1919 funda el Internado Gratuito de Maestros, en el que hasta 1934 se impartió la enseñanza de magisterio a jóvenes sin recursos, dándoles una formación completa que propiciara la renovación de las enseñanzas escolares, para que los maestro puedan llevar a la práctica su pedagogía de "una escuela basada en la sicología del niño, respondiendo a su vida real y diaria y a sus intereses".

Debemos decir que D. Manuel Siurot no fue maestro de escuela sino, entre otras muchas cosas, abogado, magistrado suplente, diputado de la Asamblea Nacional, embajador extraordinario en misiones hispanoamericanas, escritor y periodista con infinidad de artículos publicados en los diarios de Sevilla, Huelva, etc., obtendría el Premio Mariano de Cavia en 1926 por su artículo “El triunfo de las carabelas”. Abandonó su carrera jurídica y política para dedicarse a la gran obra social de la educación de los niños pobres.

Falleció en Sevilla, el 27 de febrero de 1940. En la actualidad está enterrado en la Capilla Bautismal de la Iglesia parroquial de La Palma del Condado.

Para Nicolás Salas, "La obra de Manuel Siurot, pese a no contar con los medios de comunicación modernos, saltó a las fronteras onubenses y sevillanas y transcendió a Madrid y el resto de España, y cruzó los Pirineos y el océano Atlántico. The Times escribió “si la fama de este sistema pedagógico promovido por Manuel Siurot no ha llegado aún a Inglaterra, sólo se debe a que su modestia no busca la publicidad”. En la revista de Nueva York School and Society se publicó un informe sobre las Escuelas del Sagrado Corazón de Huelva, sonde se afirmaba: “Si Huelva y don Manuel Siurot, en vez de pertenecer a España pertenecieran a este país de la publicidad, de seguro que la fama tanto de Huelva como de don Manuel Siurot se hubieran extendido de una a otra costa primero, y después a los países extranjeros”. Y en el Mercurio chileno se escribió: “Hay en Huelva un hombre de alma grande, apóstol de una fe social, que se llama Manuel Siurot”.

Sesenta y cinco años después de su muerte, Manuel Siurot sigue siendo una figura atrayente y atractiva debido a su fuerte personalidad y a la vigencia actual de su pensamiento y de su obra, que supuso una revolución en la pedagogía.

La obra de Siurot fue una vida entregada a los pobres y treinta años trabajando sin cobrar una peseta; 25.000 alumnos educados en las Escuelas del Sagrado Corazón, que siguieron en El Polvorín y la ermita de la Cinta y más de 130 maestros del Internado de «La Milagrosa». Ya en la República fallaron las ayudas para las escuelas y con el inicio de la guerra civil, vendría su destrucción y la persecución a Siurot, que murió en Sevilla en 1940

Por lo que significa en nuestros días hay que destacar, dentro de la labor humanista de Siurot, que éste según Luis Llerena en la huelga de Riotinto de 1913, repartió 6.506 comidas a los hijos hambrientos de los huelguistas. Entre 1914 y 1915, con motivo de la Gran Guerra, entregó 88.355 raciones de comida a los niños pobres y en la huelga de Riotinto de 1920 buscó limosnas por toda España y América para dar de comer a más de 800 niños durante 5 meses, superando las 100.000 raciones para que sus padres pudieran pactar con la empresa sin sentirse coaccionados por el hambre de sus hijos.

Nunca renegó de sus orígenes modestos y en Sevilla en los juegos florales de 1917 lo contó con orgullo: «Yo aprendí a martillar en la bigornia de mi padre, cuando corrieron por mi frente, junto a las primeras nociones del mundo, las primeras gotas del sudor del trabajo: yo aprendí las primeras páginas de los libros de mis estudios, alumbrado por el resplandor de la fragua del taller. Yo he dormido cansado y gustoso en el lecho tranquilo de la pobreza honrada».

Hasta aquí la vida y la obra de un hombre bueno, un abogado de carrera prometedora que como el mismo contó «Yo ansiaba ganar dinero y anhelaba aplausos y gloria. Pero salió al encuentro mío, en el camino de la vida, el dolor y me uní al fragor humano de la lucha por los niños pobres y abandonados. Después de conocer sus miserias, su frío y su hambre, lo que hice fue la cosa más natural del mundo».

domingo, 9 de agosto de 2015

Blanco White



José María Blanco Crespo, más conocido por Blanco White (Sevilla, 1.775 – Liverpool, 1.841), escritor, teólogo y periodista.

De ascendencia irlandesa, era hijo de Guillermo Blanco, vicecónsul inglés que se instaló en Sevilla durante el reinado de Fernando VI, y de María Gertrudis Crespo Neve, la cual era una mujer muy religiosa que orientó a su hijo hacia el sacerdocio y a sus hijas en la clausura conventual.

Blanco estudió en el Colegio de Santo Tomás de los Dominicos y más tarde en la Universidad de Santa María de Jesús de Sevilla. Todavía estudiante, en 1.793 participó en la fundación de la Academia de Letras Humanas y de la Academia de Historia Eclesiástica.

Conoció a Manuel María del Mármol, que se convirtió en su tutor cultural, y a continuación se relacionó con Manuel María de Arjona, José María Tenorio Herrera, Félix José Reinoso y Alberto Lista, con quienes fundó la Academia de Letras Humanas de Sevilla.

En 1.797 obtuvo el título de Licenciado en Teología y Cánones, y tras muchas vacilaciones y aplazamientos, el 21 de diciembre de 1.799, con 24 años, se ordenó sacerdote. Después ingresó en el Colegio de Santa María, alcanzó renombre como orador sagrado y, previa oposición, fue nombrado en 1.801 capellán magistral de la Real Capilla de San Fernando en la Catedral de Sevilla.

No obstante, sufrió una crisis religiosa y en el año 1.803 dejó de considerarse católico. Desde este año Blanco se había convertido en un personaje brillante e influyente en la vida sevillana, siendo nombrado profesor de Elocuencia y Poética de la Sociedad Económica de Amigos del País, entidad sumamente progresista.

En 1.805 se trasladó a Madrid, en donde obtuvo una colocación sin retribuir en la Comisión de Literatos del Real Instituto Militar Pestalozziano y fue nombrado preceptor del infante don Francisco de Paula, hijo de Carlos IV, por un corto periodo de tiempo, gracias al favor de Manuel Godoy. En Madrid conoció a Magdalena Escuaya con la que mantuvo relaciones íntimas durante algunos años.

Al estallar la Guerra de la Independencia (1.808) regresó a Sevilla, declarándose patriota y colaboró con las fuerzas nacionales. En 1.809 nació en Madrid su hijo Fernando, habido de su relación sentimental con Magdalena Escuaya, mujer que fallecería en 1.816. No obstante, Blanco no se enteró de su existencia hasta 1.812, cuando ya se encontraba en Inglaterra, donde había llegado en marzo de 1.810 para no volver, y mandó recogerle para reconocerlo y educarlo allí.

En Inglaterra es recibido como un gran escritor. En Londres publicó “El Español” (1.810 – 1.814), prohibido en España y donde se mostró muy crítico con las autoridades españolas y muy comprensivo con los revolucionarios hispanoamericanos que comenzaban a levantarse contra la metrópoli, si bien su posición era la de autonomía, no la de la independencia absoluta.
Recibió el encargo de escribir el artículo “España” para la “Enciclopedia Británica” y es nombrado profesor de la Universidad de Liverpool, ciudad donde fija su residencia.

En octubre de 1.812 ingresó en la Iglesia de Inglaterra y en 1.814 se hizo ministro de su nueva confesión religiosa. Otra crisis religiosa le acometió en 1.819, pero la revolución liberal española de 1.820 le hizo interesarse nuevamente por su país, criticando acerbamente la intolerancia y atraso de su país, haciendo, además, una crítica en profundidad del catolicismo.

En 1.822 escribió su obra cumbre: “Cartas de Doblado”, que serían traducidas con el título de “Cartas de España”, en las que expone sus opiniones políticas y sociales en relación con su patria.

En sus Cartas de España haciendo uso del género epistolar, muy en boga durante la Ilustración, Blanco White hace que su alter ego Leucadio Doblado (el nombre transparenta el del propio Blanco) escriba estas cartas a su regreso a España y cuente a los ingleses sus impresiones sobre su país natal. Su propósito es dar a conocer al lector inglés el carácter del pueblo español. Aunque tiene una intención costumbrista, predomina la exposición de la trágica historia de los ocho primeros años del siglo XIX y una explicación de las desgracias del pueblo por la insoportable tiranía de la monarquía y la Iglesia católica.  

En ellas, el exiliado muestra bien a las claras que los males derivados de la intolerancia religiosa eran también visibles en la liberal Inglaterra. Igualmente, al iniciar estas tentativas. El mismo  Blanco comprende que su libro  era la mascarilla mortuoria de un mundo ya periclitado, último testimonio de primera mano que pudiera alegarse sobre el mismo.


En 1.826 es nombrado Máster of Arts por la Universidad de Oxford, a donde se trasladó, llevando una vida de predicador. En 1.832 se fue a vivir a Dublín, en donde estuvo hasta principios de 1.835. Marchó después a Liverpool, abandonó el anglicanismo y se adscribió al unitarismo, escribiendo sus “Observations on Heresy and Orthodoxy” (1.835), donde expone sus dudas religiosas.

Llegó a destacar como escritor en inglés, lengua que conocía a la perfección, de poemas, como el soneto “Night and Death” (1.828) que ha pasado a las antologías de la literatura de la lengua inglesa.

Escribió algunas novelas en castellano, bajo seudónimo, como, “Intrigas Venecianas” o “Fray Gregorio de Jerusalén, ensayo de una novela española”.

En 1.972 Juan Goytisolo tradujo y editó una amplia selección de su prosa inglesa.
Un azulejo colocado en la calle Jamerdana de Sevilla recuerda su nacimiento: “En esta calle Jamerdana nació el 11 de julio de 1.775 José maría Blanco White. La ciudad de Sevilla le agradece una vida dedicada a combatir la intolerancia. 1.984”.

jueves, 16 de julio de 2015

Vicente Flores Navarro



Excepcional dibujante de viñetas, humorista gráfico, pintor de cerámica, óleos costumbristas y taurinos (Sevilla, 1.911 – Sevilla, 1.990).

Vicente Flores nació en la calle Alfarería del populoso barrio de Triana. Estudió en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario. En 1.925, con 14 años, comenzó a trabajar en un almacén de aceitunas de Camas (Sevilla) e inició su formación artística pintando cerámica en la prestigiosa fábrica de Cerámica Nuestra Señora de la O, propiedad de su tío Manuel García Montalbán.

En esos momentos el sector de la cerámica estaba en plena ebullición, gracias a la Exposición Iberoamericana, que se iba a celebrar en Sevilla en el año 1.929. Completó su formación en la Escuela de Artes y Oficios, siendo discípulo de José Rico Cejudo. Mantuvo amistad con los pintores de su generación, como José María Labrador, Santiago Martínez Martín o Gustavo Bacarisas, entre otros.

Colaboró con periódicos locales como “La Unión” y en revistas como “Sevilla”, “Sevilla en Fiestas”, “Triana” o “El Adalid Seráfico”. En 1.932 ingresó en el diario “ABC” de Sevilla como colaborador artístico para sustituir a Andrés Martínez de León, que se había marchado al “ABC” de Madrid. Aquí trabaja como ilustrador de artículos y humorista gráfico, realizando caricaturas de personajes de cine y teatro, y comenta partidos de fútbol y corridas de toros.

Trabajó en “ABC” unos 50 años y, según unos estudios efectuados, se estima que realizó unos 10.000 dibujos. Se trataba de un dibujante excepcional. Desde su entrada en “ABC” también colaboró con la “Hoja del Lunes”, publicación de la Asociación de la Prensa Sevillana.

Además de su faceta artística trabajó en la Fábrica de Pirotecnia Militar de Sevilla, donde ingresó como administrativo en 1.932 y al cierre de esta industria, allá por los años sesenta del pasado siglo, ejercía como jefe de los Servicios Económicos de la misma. Después pasó a trabajar en la Fábrica de Artillería de Sevilla, donde se jubiló.

De su obra como ceramista hay que destacar el taller montado junto con su hermano Manuel en los años cuarenta en la calle Alfarería con el nombre de Cerámica Hermanos Flores. Posteriormente trató la cerámica de manera esporádica, pintando en los talleres de la famosa firma Cerámica Santa Ana.
 
Vicente Flores tuvo también mucho éxito como cartelista, consiguiendo los siguientes premios: uno de la Semana Santa de Sevilla (1.949) y dos de la Feria de Abril (1.950 y 1.958), el de las fiestas de Mayo de Córdoba (1.946), Vendimia de Jerez (1.952), Romería del Rocío (1.956) y dos carteles de la Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla (1.945 y 1.948). También fue autor del cartel conmemorativo del 150 aniversario de la peregrinación de la Hermandad del Rocío de Triana (1.963).

Como pintor cultivó el género costumbrista, pintando al óleo, principalmente, asuntos relacionados con los toros, el Rocío y el olivar. Gran parte de su obra, realizada al óleo, está en América; la relacionada con la tauromaquia en países como México, Venezuela y Colombia, y la del olivar en Estados Unidos.

Importante fue su paso por el Ateneo Hispalense, a cuya directiva perteneció durante un buen número de años, ejerciendo labores en la Sección de Bellas Artes. En el año 1.945 encarnó al rey Baltasar en la Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla, que siempre ha venido organizando el Ateneo. Muy buen sevillano, fue una persona muy querida y respetada, estando especialmente vinculado a Triana, siendo socio fundador de la Peña Trianera, en cuya directiva permaneció 30 años, siendo presidente durante doce años. En 1.986 se le reconocieron sus méritos y fue nombrado Trianero de Honor.