jueves, 16 de julio de 2015

Vicente Flores Navarro



Excepcional dibujante de viñetas, humorista gráfico, pintor de cerámica, óleos costumbristas y taurinos (Sevilla, 1.911 – Sevilla, 1.990).

Vicente Flores nació en la calle Alfarería del populoso barrio de Triana. Estudió en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario. En 1.925, con 14 años, comenzó a trabajar en un almacén de aceitunas de Camas (Sevilla) e inició su formación artística pintando cerámica en la prestigiosa fábrica de Cerámica Nuestra Señora de la O, propiedad de su tío Manuel García Montalbán.

En esos momentos el sector de la cerámica estaba en plena ebullición, gracias a la Exposición Iberoamericana, que se iba a celebrar en Sevilla en el año 1.929. Completó su formación en la Escuela de Artes y Oficios, siendo discípulo de José Rico Cejudo. Mantuvo amistad con los pintores de su generación, como José María Labrador, Santiago Martínez Martín o Gustavo Bacarisas, entre otros.

Colaboró con periódicos locales como “La Unión” y en revistas como “Sevilla”, “Sevilla en Fiestas”, “Triana” o “El Adalid Seráfico”. En 1.932 ingresó en el diario “ABC” de Sevilla como colaborador artístico para sustituir a Andrés Martínez de León, que se había marchado al “ABC” de Madrid. Aquí trabaja como ilustrador de artículos y humorista gráfico, realizando caricaturas de personajes de cine y teatro, y comenta partidos de fútbol y corridas de toros.

Trabajó en “ABC” unos 50 años y, según unos estudios efectuados, se estima que realizó unos 10.000 dibujos. Se trataba de un dibujante excepcional. Desde su entrada en “ABC” también colaboró con la “Hoja del Lunes”, publicación de la Asociación de la Prensa Sevillana.

Además de su faceta artística trabajó en la Fábrica de Pirotecnia Militar de Sevilla, donde ingresó como administrativo en 1.932 y al cierre de esta industria, allá por los años sesenta del pasado siglo, ejercía como jefe de los Servicios Económicos de la misma. Después pasó a trabajar en la Fábrica de Artillería de Sevilla, donde se jubiló.

De su obra como ceramista hay que destacar el taller montado junto con su hermano Manuel en los años cuarenta en la calle Alfarería con el nombre de Cerámica Hermanos Flores. Posteriormente trató la cerámica de manera esporádica, pintando en los talleres de la famosa firma Cerámica Santa Ana.
 
Vicente Flores tuvo también mucho éxito como cartelista, consiguiendo los siguientes premios: uno de la Semana Santa de Sevilla (1.949) y dos de la Feria de Abril (1.950 y 1.958), el de las fiestas de Mayo de Córdoba (1.946), Vendimia de Jerez (1.952), Romería del Rocío (1.956) y dos carteles de la Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla (1.945 y 1.948). También fue autor del cartel conmemorativo del 150 aniversario de la peregrinación de la Hermandad del Rocío de Triana (1.963).

Como pintor cultivó el género costumbrista, pintando al óleo, principalmente, asuntos relacionados con los toros, el Rocío y el olivar. Gran parte de su obra, realizada al óleo, está en América; la relacionada con la tauromaquia en países como México, Venezuela y Colombia, y la del olivar en Estados Unidos.

Importante fue su paso por el Ateneo Hispalense, a cuya directiva perteneció durante un buen número de años, ejerciendo labores en la Sección de Bellas Artes. En el año 1.945 encarnó al rey Baltasar en la Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla, que siempre ha venido organizando el Ateneo. Muy buen sevillano, fue una persona muy querida y respetada, estando especialmente vinculado a Triana, siendo socio fundador de la Peña Trianera, en cuya directiva permaneció 30 años, siendo presidente durante doce años. En 1.986 se le reconocieron sus méritos y fue nombrado Trianero de Honor.

jueves, 2 de julio de 2015

Andrés Fernández de Andrada





Andrés Fernández de Andrada (Sevilla, 1.575 – Ciudad de México, 1.648), poeta y militar.

Aunque se conoce poco de su persona, fue capitán del ejército español y estuvo en México, donde murió en la más absoluta pobreza, en el ostracismo más profundo e ignorado por todos.

Sin embargo, Fernández de Andrada es uno de los escritores más excelsos de la literatura española, aunque su nombre no ha sido conocido hasta hace poco tiempo. Se le conoce fundamentalmente por ser el autor de una obra que figura en todas las antologías de poesía clásica por su perfección y una de las más bellas páginas de nuestras letras: la llamada “Epístola moral a Fabio”, obra cumbre de la epístola horaciana en España.

Sus fuentes literarias proceden del Antiguo Testamento, Séneca y Horacio, y representa el espíritu de tradición senequista y de ascetismo cristiano en España, invitando a la resignación de una vida en “dorada medianía” y reflexionando sobre la brevedad de la vida y la condición humana.

La autoría del poema ha sido demostrada recientemente, ya que antes se le atribuyó a otros poetas de la época, como Francisco de Rioja, Rodrigo Caro o Bartolomé Leonardo de Argensola.

Todo quedó definitivamente aclarado al hallarse en la Biblioteca Colombina de Sevilla un manuscrito del siglo XVII en el que está copiada dicha epístola con su título completo: “Copia de la carta que el capitán Andrés Fernández de Andrada escribió desde Sevilla a don Alonso Tello de Guzmán, pretendiente en Madrid, que fue corregidor de México”. Dámaso Alonso lo confirmó años después con nuevos datos.

Fernández de Andrada invita al destinatario del poema, en tercetos perfectamente encadenados y versos de gran suavidad, a la búsqueda de la virtud, la resignación y el “áureo equilibrio”, cantado ya por Horacio y Fray Luis de León en sus poesías.

Una sola composición ha sido más que suficiente para situar a su autor entre las cumbres más altas de nuestra lírica.

Otras obras suyas conocidas son: “Silva a la toma de Larache” y “Una carta familiar y noticiera”.

El capitán Fernández de Andrada debió ser un experto jinete, ya que además de ser un poeta eminente, escribió notables libros sobre el arte de la equitación, según informa Justino Matute.

Según parece, Fernández de Andrada, en el año 1.623, sustituyó a don Alonso Tello de Guzmán como Alcalde Mayor de San Luis de Potosí en Nueva España

Epístola moral a Fabio.- De muy pocos textos se puede elogiar con verdadera razón y justicia su naturaleza excepcional. La Epístola moral a Fabio es una de esas raras creaciones literarias a las que estas etiquetas le vienen como anillo al dedo. Es «única» tanto si se atiende a su originalidad en el contexto de la historia literaria española como a su singularidad en la producción escrita de su autor. Es «atemporal», al margen de impresiones particulares, porque así lo refrenda su inamovible posición en el canon literario y crítico de los últimos siglos, además de por la duradera validez del pensamiento y de las reflexiones que plantea.

La Epístola moral a Fabio logra condensar sentidos que se despliegan a lo largo del tiempo con renovada y asombrosa actualidad, siendo continuamente una obra clásica y moderna. De entre los lectores del poema, nadie más autorizado que el maestro Dámaso Alonso para emitir juicios valorativos. Algunas de las palabras que dedicó a la Epístola en su estudio del año 1978 mantienen hoy día, ya entrada la segunda década del siglo XXI, una vigencia inamovible: «Nunca quizá más necesaria su lectura que en este siglo, hostil como ninguno, en que hemos tenido la desgracia de vivir».