miércoles, 9 de septiembre de 2015

Manuel Siurot


Esta es la vida de un hombre y su obra incompresiblemente olvidados por las actuales generaciones, que dedicó su vida a rescatar del analfabetismo a la infancia más necesitada. 
Manuel Siurot Rodríguez nace en La Palma del Condado, provincia de Huelva (Andalucía) el 1 de diciembre de 1872, Sus padres eran José Siurot Ruiz, herrador lebrijano que estudió veterinaria en la Escuela Libre de LaPalma, y Lutgarda Rodríguez Caro, que le marcó afectiva y religiosamente.

En 1881, cuando contaba 9 años de edad, se traslada con su familia a Gibraleón (Huelva), donde vivió más de 5 años. A principios de 1887 se traslada a la ciudad de Huelva, que en aquella época no alcanzaba los 20.000 habitantes. En esta ciudad cursó los estudios de bachillerato que culminó a los 19 años con la máxima calificación.

En 1892 se matricula en el curso preparatorio de derecho de la Universidad Literaria de Sevilla, ciudad en la que reside durante los tres primeros cursos de licenciatura, acabando los dos últimos cursos de ésta desde Huelva, y licenciándose con un sobresaliente en el ejercicio del Grado de Licenciado.

Se casó el 6 de octubre de 1901 con Manuela de Mora Claros, perteneciente a una adinerada familia de Huelva. Ella será quién le ayude durante años con su abnegación y su patrimonio a realizar su altruista labor docente, con quien tuvo a su única hija Antonia. Ejerció durante más de 10 años como abogado en Huelva hasta que, a principios de 1908, decidió cambiar su profesión por la de maestro de niños pobres, colaborando plenamente en las recién inauguradas Escuelas del Sagrado Corazón de Jesús (que siguen vigentes hoy en día en Huelva incluso con un monumento), fundadas por el sacerdote Manuel González García.

A partir de 1916, tras la marcha del fundador González García a Málaga, Manuel Siurot asume la plena responsabilidad de las Escuelas del Sagrado Corazón, manteniéndolas en funcionamiento hasta su muerte.

En 1919 funda el Internado Gratuito de Maestros, en el que hasta 1934 se impartió la enseñanza de magisterio a jóvenes sin recursos, dándoles una formación completa que propiciara la renovación de las enseñanzas escolares, para que los maestro puedan llevar a la práctica su pedagogía de "una escuela basada en la sicología del niño, respondiendo a su vida real y diaria y a sus intereses".

Debemos decir que D. Manuel Siurot no fue maestro de escuela sino, entre otras muchas cosas, abogado, magistrado suplente, diputado de la Asamblea Nacional, embajador extraordinario en misiones hispanoamericanas, escritor y periodista con infinidad de artículos publicados en los diarios de Sevilla, Huelva, etc., obtendría el Premio Mariano de Cavia en 1926 por su artículo “El triunfo de las carabelas”. Abandonó su carrera jurídica y política para dedicarse a la gran obra social de la educación de los niños pobres.

Falleció en Sevilla, el 27 de febrero de 1940. En la actualidad está enterrado en la Capilla Bautismal de la Iglesia parroquial de La Palma del Condado.

Para Nicolás Salas, "La obra de Manuel Siurot, pese a no contar con los medios de comunicación modernos, saltó a las fronteras onubenses y sevillanas y transcendió a Madrid y el resto de España, y cruzó los Pirineos y el océano Atlántico. The Times escribió “si la fama de este sistema pedagógico promovido por Manuel Siurot no ha llegado aún a Inglaterra, sólo se debe a que su modestia no busca la publicidad”. En la revista de Nueva York School and Society se publicó un informe sobre las Escuelas del Sagrado Corazón de Huelva, sonde se afirmaba: “Si Huelva y don Manuel Siurot, en vez de pertenecer a España pertenecieran a este país de la publicidad, de seguro que la fama tanto de Huelva como de don Manuel Siurot se hubieran extendido de una a otra costa primero, y después a los países extranjeros”. Y en el Mercurio chileno se escribió: “Hay en Huelva un hombre de alma grande, apóstol de una fe social, que se llama Manuel Siurot”.

Sesenta y cinco años después de su muerte, Manuel Siurot sigue siendo una figura atrayente y atractiva debido a su fuerte personalidad y a la vigencia actual de su pensamiento y de su obra, que supuso una revolución en la pedagogía.

La obra de Siurot fue una vida entregada a los pobres y treinta años trabajando sin cobrar una peseta; 25.000 alumnos educados en las Escuelas del Sagrado Corazón, que siguieron en El Polvorín y la ermita de la Cinta y más de 130 maestros del Internado de «La Milagrosa». Ya en la República fallaron las ayudas para las escuelas y con el inicio de la guerra civil, vendría su destrucción y la persecución a Siurot, que murió en Sevilla en 1940

Por lo que significa en nuestros días hay que destacar, dentro de la labor humanista de Siurot, que éste según Luis Llerena en la huelga de Riotinto de 1913, repartió 6.506 comidas a los hijos hambrientos de los huelguistas. Entre 1914 y 1915, con motivo de la Gran Guerra, entregó 88.355 raciones de comida a los niños pobres y en la huelga de Riotinto de 1920 buscó limosnas por toda España y América para dar de comer a más de 800 niños durante 5 meses, superando las 100.000 raciones para que sus padres pudieran pactar con la empresa sin sentirse coaccionados por el hambre de sus hijos.

Nunca renegó de sus orígenes modestos y en Sevilla en los juegos florales de 1917 lo contó con orgullo: «Yo aprendí a martillar en la bigornia de mi padre, cuando corrieron por mi frente, junto a las primeras nociones del mundo, las primeras gotas del sudor del trabajo: yo aprendí las primeras páginas de los libros de mis estudios, alumbrado por el resplandor de la fragua del taller. Yo he dormido cansado y gustoso en el lecho tranquilo de la pobreza honrada».

Hasta aquí la vida y la obra de un hombre bueno, un abogado de carrera prometedora que como el mismo contó «Yo ansiaba ganar dinero y anhelaba aplausos y gloria. Pero salió al encuentro mío, en el camino de la vida, el dolor y me uní al fragor humano de la lucha por los niños pobres y abandonados. Después de conocer sus miserias, su frío y su hambre, lo que hice fue la cosa más natural del mundo».