domingo, 15 de noviembre de 2015

Maestro Quiroga


El Maestro Quiroga, al piano, con los poetas Rafael de León y Salvador Valverde
A pesar de su reconocida genialidad, Quiroga era una persona de extraordinaria humildad y de una simpatía desbordante, adobada por su gracejo sevillano.
 
Manuel López – Quiroga Miquel (Sevilla, 1.899 – Madrid, 1.988), pianista, compositor y autor de cuplé y copla, conocido como maestro Quiroga. Hijo de un buen artesano grabador en metal, estudió el grado elemental de Magisterio. Asistió a las clases de Dibujo y Pintura en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y estudió en el Conservatorio Municipal de Sevilla piano y solfeo con Rafael González Gálvez, armonía con Luis Mariani y composición con Eduardo de Torres, maestro de capilla de la Catedral de Sevilla.

La actividad de Quiroga era cada vez más intensa; además de la música sacra que con 18 años toca en el órgano de la iglesia de los jesuitas de la calle Jesús del Gran Poder, también lo hace en los intermedios de los teatros, pone fondo musical a las películas mudas y acompaña a los cantantes en los locales de cuplés.

Tras hacer el servicio militar en Vitoria, librándose de ir a la guerra en Marruecos debido a unas fiebres, regresa a Sevilla y cobra cuatro pesetas diarias por tocar el piano en los intermedios del Teatro San Fernando. Pero su verdadera vocación era la de compositor.

En 1.923 estrena su primera obra, la zarzuela en un solo acto “Sevilla, que grande eres”, en el Teatro del Duque, le sigue “El cortijo de las matas”, “La niña de los perros” y “Presagio rojo”, su mayor éxito en estos comienzos, según la prensa local sevillana.

En 1.929 se traslada a Madrid, donde continúa tocando el piano en teatros y cabarets, mientras compone y estrena zarzuelas y canciones, pero a pesar de algunos éxitos, la música no le da para vivir lo suficiente y se ve obligado a recurrir a su oficio de grabador, troquelando imágenes de vírgenes y santos.

En 1.931 conoce a un distinguido y aristócrata sevillano llamado Rafael de León, ambos con profundas raíces andaluzas y se produce entre ellos una extraordinaria compenetración. Los inspirados romances y letras de Rafael hacen que el músico componga sus primeros grandes éxitos. La copla se va imponiendo.

En 1.933 Quiroga puede dejar definitivamente el grabado y dedicarse por completo a las canciones, dando, además, clases a otros artistas y componiendo constantemente.

Tras la Guerra Civil surgen otros letristas con los que el maestro colabora. Uno de ellos es el jerezano Antonio Quintero, que en unión de Quiroga y Rafael de León formaron un trío excepcional e inician una larga etapa de éxitos populares en el mundo de la copla, que se suceden hasta avanzados los años sesenta.

Fue una persona que nunca se olvidó de sus comienzos teatrales y realizó campañas de zarzuela en el Teatro Alcalá de Madrid, donde estrenó “La Reina fea” en el año 1.941.

Realizó innumerables giras con figuras folclóricas como Estrellita Castro, su primera musa, Juanita Reina, Concha Piquer, Rosa Morena, Imperio Argentina, y, en sus últimos años, espectáculos cómicos con Tony Leblanc.

Quiroga fue un autor muy prolífico, con más de cinco mil composiciones musicales de las más variadas modalidades, muchas de las cuales llegaron a ser muy populares en la España de los años 40 y 50. Por citar a algunas de sus canciones más famosas, es autor, en cuanto a la música de “Tatuaje”, “La Zarzamora”, “Ay, pena, penita, pena”, “La niña de puerta oscura”, “Ojos verdes”, “La Parrala”, “Pena mora”, “A la lima y al limón”, “Amante de abril y Mayo”, “Triniá”, “Coplas de Luis Candelas”, “Me embrujaste”, “Rocío”, “Francisco Alegre” o “María de la O”.




Sin embargo, la copla se va sumergiendo en una clara decadencia a finales de los años setenta y el maestro Quiroga es casi olvidado. Al final de su vida comienza a recibir homenajes y le llega el pleno reconocimiento como compositor, el más importante que ha dado la copla.

El día seis de julio de 1.972 fue nombrado Consejero de Honor de la Sociedad General de Autores de España y en 1.986 se le nombró Hijo Adoptivo de Madrid. En este mismo año la Sociedad General de Autores de España y el Ministerio de Cultura organizaron un gran homenaje en su honor, ofreciendo la Orquesta Nacional de España un concierto en el Teatro Real de Madrid interpretando 22 de sus más afamados temas y al que asistió Conchita Piquer.

A pesar de su reconocida genialidad, Quiroga era una persona de extraordinaria humildad y de una simpatía desbordante, adobada por su gracejo sevillano. Cuando se le preguntaba por la clave de sus muchos éxitos, el maestro siempre se los atribuía a sus letristas y a sus intérpretes.

Falleció en la clínica Virgen del Mar de Madrid a consecuencia de un edema pulmonar. Su muerte, acaecida en 1.988, pasó casi desapercibida y fue enterrado, con escasa asistencia, en el cementerio de la Almudena de Madrid.

Juan Luis Contreras

martes, 3 de noviembre de 2015

Emilio Lledó Íñigo


Emilio Lledó, ilustre trianero, defendió la teoría de que el pensar, siempre vehiculado mediante el lenguaje, es un modo de instalarse el hombre en el mundo.
 
La semana pasada Emilio Lledó Íñigo recibió el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, de manos de S. M. El Rey Felipe VI en Teatro Campoamor de Oviedo. Recogemos aquí la vida y la obra de este filósofo sevillano, como homenaje y reconocimiento a toda su labor.

De padres saltereños, Emilio Lledó nació en el barrio de Triana de Sevilla en 1927. Su padre era militar artillero y cuando tenía seis años se fueron a Madrid destinados al cuartel de artillería de Vicálvaro. Allí vivieron y padecieron las penalidades de la Guerra Civil.

Cursó la enseñanza secundaria en el instituto Cervantes de Madrid y se licenció en filosofía en la Universidad de Madrid en 1952, donde fue apoyado por un joven Julián Marías. De inmediato se fue a Alemania, y prosiguió sus estudios con maestros alemanes; en filosofía, Hans-Georg Gadamer sobre todo, además de Karl Löwith; Otto Regenbogen, quien le encaminó hacia la filología clásica. Pudo concluir allí su tesis doctoral al conseguirle Gadamer una beca de la "Alexander von Humboldt Stiftung".

En 1955 se incorporó a la Universidad de Madrid como ayudante de Santiago Montero Díaz. Pero regresó a Alemania, casado: Gadamer era decano de la Facultad y le comunicó que había un puesto para él en Heidelberg. Y, si bien 1958 obtuvo una cátedra de secundaria, pidió la excedencia para volver de nuevo a Alemania, donde estaría diez años en conjunto, durante esa etapa.

En 1962 regresó a España, pues finalmente se incorporó a la docencia secundaria en el Instituto Núñez de Arce en Valladolid, con su mujer, Montserrat Macau Matas, catedrática de alemán. A los dos años, en 1964, obtuvo la cátedra de Fundamentos de filosofía e Historia de los sistemas filosóficos de la Universidad de La Laguna, a donde se trasladó, lo que fue una experiencia decisiva en su vida. Poco después, en 1967, opositó a la cátedra de Historia de la Filosofía de la Universidad de Barcelona, la obtuvo y permaneció once años muy fructíferos en la capital catalana. En 1978 se trasladó a la UNED de Madrid.

En la UNED ha desarrollado una actividad notable hasta su jubilación, si bien volvió a Alemania durante un tiempo como investigador, pues en 1988 fue nombrado miembro vitalicio (fellow) del Instituto para Estudios Avanzados de Berlín ("Wissenschaftskolleg"), y se estableció allí durante tres años, ya que también estuvo en la Universidad libre de esa ciudad. Precisamente allí escribió dos de sus grandes monografías: El silencio de la escritura y El surco del tiempo.

 En 1988 fue nombrado miembro vitalicio del Instituto para Estudios Avanzados de Berlín, ciudad en la que recibió el Premio Alexander Von Humboldt del gobierno de Alemania. Elegido miembro de la Real Academia Española de la Lengua el 11 de noviembre de 1993, tomó posesión el 27 de noviembre de 1994, ocupando el sillón ele minúscula. En 2004 se le otorgó el XVIII Premio Internacional Menéndez Pelayo. En 2007 le fue concedido el II Premio Fernando Lázaro Carreter creado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. En 2008, la Junta de Andalucía le concedió uno de los Premios Cultura, el María Zambrano, por "su papel en la recuperación de la filosofía griega y el helenismo en España, así como su contribución al desarrollo de la hermenéutica en el panorama de la filosofía española contemporánea".

El 18 de noviembre de 2014, fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en reconocimiento a toda la obra literaria de un autor español. El 20 de mayo de 2015, el filósofo sevillano se convirtió en el nuevo Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Emilio Lledó centró sus intereses filosóficos en el problema del lenguaje, entendido como el exclusivo vehículo que lleva al hombre al filosofar. Trató de plantear la metodología de una semántica filosófica a partir de investigaciones lingüísticas y filológicas, buscando justificar la abstracción del pensamiento a partir de los condicionantes materiales en que se produce el pensar humano.

Lledó defendió la teoría de que el pensar, siempre vehiculado mediante el lenguaje, es un modo de instalarse el hombre en el mundo.

Sus investigaciones apuntaron últimamente al planteamiento de una pregunta crucial: "¿para qué la filosofía?". Si aún ha de existir discurso filosófico hoy, éste debe ceñirse a las voces de la historia presente, atendiendo preferentemente a los problemas del lenguaje, del comportamiento individual y social, a la crítica de nuestras concepciones del mundo, y al uso que deba darse al saber. Lledó es autor de numerosos artículos publicados en las más prestigiosas revistas filosóficas españolas e internacionales. Entre sus libros cabe citar: El concepto de Poíesis en la filosofía griega (1961); Filosofía y lenguaje, de 1970; La filosofía hoy (1975); Lenguaje e Historia (1978); El Epicureísmo (1984); La memoria del Logos (1984); El silencio de la escritura (1991); El surco del tiempo (1992), y Días y libros (1994), entre otros.

Para entender algo más la figura de Emilio Lledó y su pensamiento recogemos algunas de sus declaraciones al mundo de la comunicación. Así su opinión respecto al libro el la Revista de Filosofía

Para mí, los libros significan la memoria. Yo creo que los seres humanos somos fundamentalmente memoria y lenguaje. Si no tuviéramos memoria, no sabríamos quiénes somos. Por eso, siempre he defendido la tesis de que debemos tener memoria, no solo individual sino también colectiva.

O sobre el aprendizaje y la enseñanza, con el recuerdo de su maestro de primaria en Vicálvaro:

Antes lo he dicho en otro contexto: uno no puede ser más que su propia memoria. Creo que esta es una de las experiencias más hermosas de mi vida, y me parece que es un homenaje que debo rendir a don Francisco, que fue un maestro que yo tuve en Vicálvaro, en Madrid. Los niños de mi clase tendríamos ocho, nueve o diez años, y aquel maestro nos enseñó la libertad, y nos la enseñó de una manera muy concreta. Después de leer una página de El Quijote nos decía: “sugerencias de la lectura”. Eso me pareció tan interesante que no lo he olvidado. La imagen de aquel joven maestro en una escuela pública. Yo creo decididamente en la enseñanza pública, en una enseñanza en la que no sea el dinero el que cambie las perspectivas o los tipos de enseñanza.

Porque también creo una hermosa frase kantiana, que “el ser humano es lo que la educación hace de él”. Somos, nos formamos, nos deformamos y nos transformamos por medio de la educación. Por lo tanto, el mimo a las instituciones donde esa educación es posible tiene que ser una característica decisiva de cualquier gobierno y de cualquier política. Y ya que he pronunciado la palabra política diré que la política es esencial en la cultura, y también los políticos. La política es, según decía un texto clásico, “lo más arquitectónico, lo más interesante de la vida social”, porque organiza, armoniza y orienta los distintos deseos e ideas de los seres humanos, a los que esos políticos tienen que facilitar la existencia (y no la de ellos).

En fin, hemos intentado acercar a los sevillanos la figura de este paisano ilustrísimo, que si bien cuenta con el reconocimiento oficial, entendemos que nuestra labor está en acercarlo al ciudadano medio, para que lo conozca mejor y pueda apreciarlo, y valorarlo en su justo termino, sintiéndose orgulloso de él.