lunes, 1 de febrero de 2016

Valeriano Bécquer



 Tan solo dos meses después moriría Gustavo Adolfo identificándose en ellos, para la posteridad, la imagen más estereotipada del lado adverso de la bohemia romántica.

Valeriano Domínguez Bécquer (Sevilla, 1.833 – Madrid, 1.870). Era hijo del pintor costumbrista José Domínguez Bécquer, sobrino del también pintor Joaquín Domínguez Bécquer y hermano del insigne poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Pronto queda huérfano, criándose junto a su hermano Gustavo Adolfo al amparo de sus tíos maternos y guiado en el arte de la pintura por su tío Joaquín, también pintor de costumbres y profesor en la Escuela de Bellas Artes sevillana. Permanece en el taller de su tío hasta el año 1853, subsistiendo posteriormente a duras penas con la realización de retratos y la venta de pequeños cuadros de tema de género.

Después de un matrimonio fallido con Winnefred Coghan, hija de un marinero irlandés, que le dejará dos hijos a su cargo, se instala definitivamente en Madrid en 1862 en la residencia de su hermano, que desde hacía años vivía en la capital, quien le abrió las puertas de los ambientes artísticos de la capital del Reino. Se hizo amigo del pintor Casado del Alisal, de cuya mano entraría a formar parte de los reducidos círculos artísticos madrileños y bajo cuya protección consiguió realizar los primeros trabajos en la capital.

La estancia en el monasterio de Veruela, en 1864, velando la convalecencia de su hermano e influenciado por las leyendas del lugar y la imaginación fraterna, le induce a pintar algunos temas fantásticos que compagina con la pintura de costumbres populares tomadas in situ.

Pensionado en 1865 por el Ministerio de Fomento recorre las tierras de Soria, Aragón, Navarra y el País Vasco, para estudiar los tipos, trajes y costumbres españolas, realizando escenas de verdadero encanto captadas en la inmediatez, de aldea en aldea, que conformarán lo más selecto y prestigioso de su producción, con obras como “El baile”, “Fiesta popular del Moncayo”, “Aldeana del valle del Amblés” o “Costumbres españolas de la provincia de Soria”.

Al advenimiento de la nueva situación política, en 1868, le queda restringida su pensión que era la única base de su economía, subsistiendo a partir de aquí y hasta el final de su vida gracias a colaboraciones periodísticas como dibujante y como escritor en El Museo Universal, El Arte en España y La Ilustración Española y Americana.

También cultivó la pintura de retrato, sobresaliendo como ejemplo emblemático del género romántico el que pintó de su hermano Gustavo Adolfo (Museo de Bellas Artes de Sevilla), obra que sirvió de modelo para realizar el busto del conjunto que homenajea al poeta en la Glorieta de Bécquer en el Parque de María Luisa de Sevilla, de Coullaut Varela. También se usó este retrato en los billetes de 100 pesetas utilizados en la segunda mitad del siglo XX. Su depurado estilo, su rico dibujo lleno de detalles preciosistas y su alta calidad pictórica, hicieron que algunos críticos comparasen a Valeriano con los pintores flamencos.

En enero de 1870 comienza con su hermano su ilusionada colaboración como dibujante en La Ilustración de Madrid, empresa en la que le sorprendió la muerte, víctima de una afección de hígado, el 23 de septiembre de ese mismo año, recibiendo sus restos sepultura en la madrileña Sacramental de San Lorenzo.

Tan solo dos meses después moriría Gustavo Adolfo identificándose en ellos, para la posteridad, la imagen más estereotipada del lado adverso de la bohemia romántica.

Procedentes de estas campañas divulgativas de las costumbres populares de la geografía peninsular, el Museo del Prado posee obras con escenas tomadas en Ávila, en el valle de Amblés, en El Burgo de Osma, en Soria y en el valle que circunda al Moncayo en Aragón. También guarda ejemplos de la retratística más convencional del pintor.

Juan Luis Contreras