Rafael Laffón Zambrano (Sevilla, 1.895 –
Sevilla, 1.978), escritor miembro de la Generación del 27, dedicado a la poesía
y a la crítica.
Su padre, José Manuel Laffón, durante un
tiempo fue súbdito francés, pero por cuestiones sociales y laborales, se
nacionalizó español. Fue director de la Casa de Socorro de Triana.
Rafael se licenció en Derecho en la
Universidad sevillana, aunque también realizó estudios de Filosofía y Letras.
Siempre residió en su ciudad natal, llevando
una existencia retraída y alejada de los vaivenes políticos, desempeñando su
trabajo como funcionario de la Administración Publica. Colaboró en algunas
revistas y periódicos españoles e hispanoamericanos y su poesía ha sido
traducida a diversos idiomas.
Efectivamente, muy joven comenzó sus
colaboraciones en “Bética”, “Archivo Hispalense”, “Alma Mater”, “La
Exposición”, “Mundo Gráfico”, “El Liberal” y “ABC”.
Con Alejandro Collantes de Terán, Rafael
Porlán, Joaquín Romero Murube, Juan Sierra y Eduardo Llosent, fundó en 1.926 en
Sevilla el grupo y la revista “Mediodía” y el grupo poético que nació con ella,
localizado entre el ultraísmo y la Generación del 27.
Su poesía está caracterizada por el
intimismo, pero siempre estuvo interesado por la poesía popular. Desde 1.936
fue evolucionando hacia las formas tradicionales, un cambio especialmente
notorio a partir del año 1.944, con dos temas predominantes: el religioso y la
exaltación de Sevilla.
Su primer libro de poesías fue “Cráter”,
editado en 1.921 y algo afín todavía a la corriente modernista. “El Sol
desaparecido” (1.924), inédito hasta 1.927, presenta ya signos vanguardistas.
Pero “Signo” (1.927) e “Identidad” (1.934), son plenamente vanguardistas.
Tras la Guerra Civil española vuelve a
las formas más clásicas: romances, sonetos y décimas, practicando una especie
de impresionismo musical y colorista. Obras de esta época son “Romances y
madrigales” (1.949) o “Cantar del Santo Rey”, aparecido en 1.948.
En el año 1.959 fue galardonado con el
Premio Nacional de Poesía por su antología “La rama ingrata”.
Su última etapa se inicia con el libro
“Vigilia del jazmín” (1.952), abandonando el grácil retoricismo anterior y
practicando una poesía de testimonio personal y existencial. Esta fase se
completa con “A dos aguas” (1.962), “La cicatriz del reino” (1.964) y
“Sinuosidades y puzzle” (1.970).
Durante los diez años siguientes no
publicó ningún libro de versos, aunque descubrió un nuevo tema esencial para su
obra: su gran amor a Sevilla, ciudad que encontraría en Rafael Laffón uno de
sus mejores y más fervorosos cantores.
En el año 1.973 publicó su última obra:
“Sevilla del buen recuerdo”, en la que recuerda su infancia, sus seres más
queridos y los paisajes urbanos que le dejaron una profunda huella.
Rafael Laffón era académico de la Real
Academia de Buenas Letras de Sevilla.
A diferencia de otros autores de la
Generación del 27 que se vieron forzados al exilio, Rafael nunca abandonó su
ciudad natal. Esta decisión acabaría afectando al alcance y reconocimiento de
su obra, ya que no logró la difusión ni el reconocimiento que por su
importancia merecía, a pesar de haber sido una de las figuras más interesantes
de la poesía sevillana durante cincuenta años.
En las postrimerías de su vida una
trombosis, de la que nunca consiguió recuperarse, le mantuvo recluido en su
casa de la calle Cardenal Spínola número 26, donde recibía a jóvenes que
buscaban consejos del maestro.
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