Andrés Fernández de Andrada (Sevilla,
1.575 – Ciudad de México, 1.648), poeta y militar.
Fernández de Andrada invita al
destinatario del poema, en tercetos perfectamente encadenados y versos de gran
suavidad, a la búsqueda de la virtud, la resignación y el “áureo equilibrio”,
cantado ya por Horacio y Fray Luis de León en sus poesías.
Una sola composición ha sido más que
suficiente para situar a su autor entre las cumbres más altas de nuestra
lírica.
Otras obras suyas conocidas son: “Silva a la toma de Larache” y “Una carta familiar y noticiera”.
El capitán Fernández de Andrada debió ser
un experto jinete, ya que además de ser un poeta eminente, escribió notables
libros sobre el arte de la equitación, según informa Justino Matute.
Según parece, Fernández de Andrada, en el
año 1.623, sustituyó a don Alonso Tello de Guzmán como Alcalde Mayor de San
Luis de Potosí en Nueva España
Epístola moral a Fabio.- De muy pocos textos se puede elogiar con verdadera razón y
justicia su naturaleza excepcional. La Epístola moral a Fabio es una de esas
raras creaciones literarias a las que estas etiquetas le vienen como anillo al
dedo. Es «única» tanto si se atiende a su originalidad en el contexto de la
historia literaria española como a su singularidad en la producción escrita de
su autor. Es «atemporal», al margen de impresiones particulares, porque así lo
refrenda su inamovible posición en el canon literario y crítico de los últimos
siglos, además de por la duradera validez del pensamiento y de las reflexiones
que plantea.
La
Epístola moral a Fabio logra condensar sentidos
que se despliegan a lo largo del tiempo con renovada y asombrosa actualidad,
siendo continuamente una obra clásica y moderna. De entre los lectores del
poema, nadie más autorizado que el maestro Dámaso Alonso para emitir juicios
valorativos. Algunas de las palabras que dedicó a la Epístola en su estudio del
año 1978 mantienen hoy día, ya entrada la segunda década del siglo XXI, una
vigencia inamovible: «Nunca quizá más necesaria su lectura que en este siglo,
hostil como ninguno, en que hemos tenido la desgracia de vivir».
Es uno de los más bellos ejemplos de la literatura Española.
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