lunes, 11 de agosto de 2014

José Javier Ruiz. Callejeos por San Lorenzo y San Vicente




JOSÉ JAVIER RUIZ. Sevilla 1964) es pediatra desde el año 1997, ejerciendo su actividad profesional en su ciudad natal, donde alterna su labor en el Centro de Salud La Plata, del Servicio Andaluz de Salud, con el ejercicio privado en el IHP de Sevilla.
Desde hace años indaga en el pasado de Sevilla, primero escribiendo diferentes novelas históricas: El Dilema del Arzobispo de Sevilla (2005), La Estirpe de Argantonio y el Periplo de un Tesoro (2007), Los Nordumani, el asalto vikingo a Sevilla (2009), ¡Rey de Ispali! (2010) y …Nos Tengan por Locos (2012), y después creando la Colección Callejeos por Sevilla, fruto de sus interminables paseos por su ciudad, Sevilla/ ciudad galana/ que comenzaste a vivir/ de un beso que la mañana/ con tintes de ópalo y grana/ dio al claro Guadalquivir, como la describiera en una ocasión Luis Montoto






Callejeos por San Lorenzo y San Vicente.  En buena medida, Sevilla, como tantas otras ciudades milenarias, es una amalgama de sucesos superpuestos y de personajes amontonados por el transcurrir de los años que, siglo tras siglo, han ido dejando sus sutiles improntas o sus evidentes rastros.
Porque el paso del tiempo no siempre conduce al olvido. No siempre.
Por eso es suficiente caminar con los ojos abiertos, con la mente lúcida y el cuerpo saciado para no dejar de advertir lo que de ellos la ciudad conserva y orgullosa, nos muestra.
Facilitar un itinerario que guíe al paseante por entre el laberinto que todo casco histórico representa y recordar hechos y personajes que una vez ocurrieron o existieron en los lugares por donde se transite, es el objetivo de estos Callejeos por Sevilla.



Algún día por esta calle  
de Santa Clara, en la paz  
de un atardecer de oro,  
pasará un hombre perdido  
hacia un afán inconcreto.  

Algún día sabrás olvidarte del tiempo y del espacio pero no del lugar. No es lo mismo. El tiempo se olvida fácilmente en esta ciudad sin tiempo, la urbe del almanaque inalcanzable. El espacio no existe. Los lugares sí. Sólo se descubren caminando con pies calzados de alma virginal dispuesta a vivir historias de ayer y de hoy, a oler aromas tangibles e intangibles, a contemplar con ojos del alma y del corazón. Callejear por esos lugares exige despojarse, el emperador Heraclio lleva siglos entendiéndolo en el coro del Hospital de la Caridad, de toda consideración previa. La ciudad, como la Semana Santa de Núñez de Herrera, no ha existido nunca. Sólo es capaz de nacer en resurrecciones de milagros que se abren bajo los pies del caminante sin prisas, del divagador sin prejuicios, del observador que mira con los ojos del Jano Bifronte de la Casa de Pilatos, frente y trasera cuidadas como en un buen paso de misterio, futuro y pasado, que la ciudad es el lugar y los lugares que la conforman.

Texto del prólogo de Manuel Jesús Roldán 

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