lunes, 11 de agosto de 2014

Manuel Chaves Nogales. La ciudad





MANUEL CHAVES NOGALES. Nacido en Sevilla en 1897, «A espaldas del Palacio cuyo patio y huerto claro con limonero cantó Machado, nació Manuel Jacinto José Domingo Chaves Nogales el día siete de agosto del año 1897, en la calle Dueñas, once, calle triste y silenciosa, como él la definió, en el corazón viejo de Sevilla», en el seno de una familia de estudiosos ilustres: tanto su tío José Nogales como su padre Manuel Chaves Rey destacaron brillantemente como periodistas y escritores, mientras que su madre, Pilar Nogales Nogales, fue una apreciada concertista de piano.
Manuel Chaves Nogales decidió pronto de seguir los pasos de esos ascendientes y desde edad muy temprana dio muestras de tener una voz personal en literatura y una actitud innovadora y abierta en el ejercicio del periodismo. Los primeros pasos como periodista los dio en Andalucía: desde 1918 hasta 1921 colaboró con El liberal de Sevilla y El noticiero Sevillano y desde 1920 hasta 1923 con La voz de Córdoba.
Paralelamente empezó su actividad literaria. Hay que destacar que en esa primera etapa de formación dejó una importante huella también el Ateneo de Sevilla donde Chaves consiguió llevar a cabo sus estudios de Filosofía y Letras y donde encontró un estimulante centro de atracción y proyección cultural. Allí se cruzaron en efecto muchos intelectuales, artistas, políticos y periodistas que crearon un ambiente propicio para el cultivo de las ciencias y de las letras en el cual nuestro autor pudo satisfacer las aspiraciones intelectuales que lo animaban.
Vivió grandes acontecimientos e informó sobre ellos. En 1922, ya casado, decide instalarse en Madrid, tras haber conocido el resurgir del regionalismo y la preparación de la Exposición Iberoamericana de 1929. Durante la Dictadura de Primo de Rivera fue redactor en Madrid de los periódicos Heraldo de Madrid, Ahora y Estampa. Obtuvo el premio Mariano de Cavia en 1927. Recorrió el territorio español y estuvo presente en los acontecimientos más significativos de la Segunda República: ocupación de Ifni, revolución de Asturias, brotes anarquistas, visitas institucionales del Presidente y de los ministros, acontecimientos festivos... Contó con la amistad y confianza de Manuel Azaña.
Chaves viajó por toda Europa y conoció de primera mano los efectos de la Revolución rusa, uno de los temas que más se repiten en sus artículos y en las numerosas entrevistas que hizo a exiliados rusos en París. Desde el primer momento, fruto del profundo conocimiento de estos sucesos, tuvo una visión muy crítica de la Revolución, lo que le ocasionó no pocos problemas en unos años dominados por la propaganda soviética. A la vez, criticó también muy duramente el auge del fascismo y del nazismo, otro de los temas que abordó con profundidad en sus reportajes periodísticos.
Conoció de primera mano lo que estaba pasando en Italia, Alemania, Rusia y en el polvorín de centroeuropa. En España, apoyó la instauración de la República y cuando se inició la Guerra Civil se puso del bando republicano, aunque también censuró la deriva revolucionaria y comunista de los republicanos.
A inicios de la década de los treinta, asume la dirección del Ahora, un periódico vinculado con la facción republicana y próximo a Azaña, de quien Chaves Nogales no sólo se mostró partidario, sino sobre todo amigo.

Cuando estalló la guerra civil, me quedé en mi puesto cumpliendo mi deber profesional. Un consejo obrero, formado por delegados de los talleres, desposeyó al propietario de la empresa periodística en que yo trabajaba y se atribuyó sus funciones.
A Manuel lo nombraron entonces “Camarada director”
Me puse entonces al servicio de los obreros como antes lo había estado a las órdenes del capitalista, es decir, siendo leal con ellos y conmigo mismo. Hice constar mi falta de convicción revolucionaria y mi protesta contra todas las dictaduras, incluso la del proletariado y me comprometí únicamente a defender la causa del pueblo contra el fascismo y los militares sublevados. Me convertí en el "camarada director", y puedo decir que durante los meses de guerra que estuve en Madrid, al frente de un periódico gubernamental que llegó a alcanzar la máxima tirada de la prensa republicana, nadie me molestó por mi falta de espíritu revolucionario, ni por mi condición de "pequeñoburgués liberal", de la que no renegué jamás.
Chaves abandona Madrid a los pocos meses del comienzo de la Guerra Civil.
Cuando el gobierno de la República abandonó su puesto y se marchó a Valencia, abandoné yo el mío. Ni una hora antes, ni una hora después. Mi condición de ciudadano de la República Española no me obligaba a más ni a menos. Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. 
Chaves Nogales tuvo que salir de España por haber defendido expresamente, desde un periódico de centro, a la República legítimamente instaurada.
El amor a la tarea informativa se mantuvo en él en plenitud hasta su muerte en el exilio, tras haber escrito relatos, artículos, crónicas, reportajes, columnas y críticas (recogidos en libros y en prensa), y tras haber entrevistado a reyes y emperadores, presidentes de gobierno, ministros, artistas, toreros, exiliados, terroristas, peliculeros... Entrevistó a reyes y mandatarios políticos y religiosos de proyección mundial, como Alfonso XIII, el emperador Haile Selassie, Humberto de Saboya, Churchill, el arzobispo de Canterbury y el Metropolitano Eulogio, jefe de la Iglesia rusa; a gobernantes como Abdelkrín, Goebbels, los miembros del primer gobierno de la II República; a artistas y toreros como Juan Martínez, Juan Belmonte, Chevalier, Chaplin; a marginados como Ramón Casanellas o Gorguloff, entre otros.
Se exiló en Francia con toda su familia, antes que un fracaso, supuso la proyección europea de su quehacer informativo. Participó en el resurgir de la agencia de noticias Havas, que estaba viviendo en aquellos momentos la gran transformación que requerían los nuevos tiempos; conoció de cerca la vida política francesa al trabajar en el Ministerio del Interior francés; colaboró en periódicos como L´Europe Nouvelle, Candide, France Soir, entre otros, e inició la colaboración con periódicos latinoamericanos; realizó emisiones de radio para España y América Latina.
Cuando el ejército alemán entra en Francia, Chaves Nogales ya ha puesto rumbo a Londres, preocupado ante el más que probable peligro de que sus escritos contra el fascismo, tanto en España como en Francia, y su condición de famoso reportero le hayan granjeado un puesto en las listas de la Gestapo.
Chaves se marcha a Inglaterra a refugiarse en el último reducto de la libertad, donde todavía se confía en la democracia y el parlamentarismo y donde el liberalismo se ve como último espacio ideológico por el que se podría transitar en una Europa masacrada por los conflictos. Dirige una agencia de noticias que lleva la voz de Gran Bretaña a toda América Latina.
«Mi padre ha dicho en varias cartas, y mi madre lo ha dicho muchísimas veces, que no debimos nunca separarnos, nos teníamos que haber mantenido juntos. Se lo escribía a mi madre: “Es que yo no sé vivir sin la familia, vivo muy mal, me abandono, no sé vivir solo. Me abandono”». Declara su hija Pilar.
Pero Manuel ha tenido un accidente de tráfico a finales de 1943 y su salud se complica con problemas intestinales a los que no da importancia. Adelgaza y se deteriora; en marzo va a Gales en busca de reposo y tranquilidad. El viaje no le hace mejorar y su ritmo de trabajo no baja. Por fin, a primeros de mayo es intervenido de una peritonitis en un hospital de Chelsea y muere tras salir de la operación, de manera inesperada. Le acompañan en el momento de la muerte el periodista Antonio Soto y Frances Kaye, secretaria de la Atlantic Pacific. "Tanto luchar toda mi vida por la democracia y ahora voy a morirme sin ver su triunfo", dice Soto que le comentó en aquellas escasas horas en que, tras la operación, Manuel pudo enfrentarse con su propia realidad. Era el 8 de mayo de 1944.
Pocos días después de la muerte, el 6 de junio de 1944, soldados americanos a los que había entrevistado intervienen en el desembarco de Normandía, con lo que comienza la liberación del dominio nazi y el triunfo de los aliados.

Pero Chaves no pudo cumplir su deseo. Ya no estaba allí para contarlo.




La ciudad. Chaves Nogales publicó este su primer libro cuando tenía 23 años y lo  empezó a bocetar en torno a los diecisiete años, muy joven, pero era adulto en sus sentimientos hacia  la ciudad y como tal se preocupó de entenderla y la acepto tal cual era. Como había nacido en una de sus calles la primera reflexión ya la tenía hecha: su sabia armonía su exquisita aristocracia y su plenitud de espíritu le parecieron las notas que saltaban sobre él para empezar a definirla.
El que escribía era un joven, “impenitente divagador”, paseante reflexivo que había deambulado por todas sus calles y había escudriñado desde todos sus miradores el paso de la vida. Subtituló la obra como Ensayos, genero tan cultivado por todos los autores de la generación del 98 para que sirviera de cauce a su paseo. Pero este joven paseante había bebido en las fuentes e investigado la historia de la ciudad  hasta sumergirse en ella para conocerla bien.
Había en la época una moda de escribir sobre Sevilla y todo escritor que se preciara se sentía en la obligación de presentar su visión de la ciudad. Lo habían hecho Manuel Machado, José María Izquierdo, Blás Infante, Muñoz San Román y Luis Montoto, entre otros. Como luego lo harán Romero Murube, Luis Cernuda, Rafael Laffón, etc.
Este libro lo reúne todo: desde el atardecer desde el pretil de una azotea, hasta el gran turismo, definitivamente instalado en la ciudad con la exposición del 29. Aquí se desmenuza al tipo sevillano o la reivindicación de la mujer, las gentes de los barrios y la Santa Justa y Rufina, Las  Sierpes y la Macarena, los patios y los cafés, la Semana Santa y el Gran Poder, los gitanos y el cante, las peinetas y el romanticismo, el extrarradio y las tensiones sociales, la tragedia de Andalucía y el andalucismo: y aún con cierta ingenuidad este libro este libro encierra quizás los párrafos más agudos sobre Sevilla.
Aunque Manuel Chaves Nogales se marchó de Sevilla con veinticinco años y no residió más en ella siempre volvió a Sevilla con agrado y murió en Londres añorando, como Machado, aquellos días azules. Nadie como el la describió en su esencia y en sus fiestas. Nadie como él llevó el acento y la capacidad de análisis, la ironía y el conocimiento de Sevilla, su amor adulto a la ciudad, por el mundo.

No hay comentarios :

Publicar un comentario