lunes, 11 de agosto de 2014

María Sanz. Incienso y plata




MARÍA SANZ. Sevillana de nacimiento y vocación, publica su primer libro en 1981, y desde esa fecha han visto la luz más de una treintena de títulos, entre ellos Tu lumbre ajena (Edit. Hiperión, 2001), Dos lentas soledades (Huerga y Fierro Editores, 2002),  Tempo de vuelo sostenido (Ediciones Libros del Oeste, 2004), Voz mediante (Edit. Point de Lunettes, 2006), Lance sonoro (Publicaciones Gobierno de Aragón, 2007), Regazo e intemperie (Colec. Provincia, León, 2007), Hypnos en la ventana (Algaida Editores, 2009)  La luz no usada (Guadalturia, 2010);  Jardines de Murillo (Guadalturia, 2011) y Contrapunto (Guadalturia, 2012). En 2012 publica también Danaide (Fundación Lara), Premio Hermanos Machado de poesía.
En su apartado de poesía infantil aparecen los títulos Carrusel (Edit. Hiperión, Madrid 2003),  Cuentos con rima (Colección Caracol, Málaga 2006),  Nanas para dormir a una flor (Colección Caracol, Málaga 2010) y Las Islas encantadas (Colección Lecturia.Guadalturia, 2913)
Poeta ampliamente premiada y con su obra recogida en numerosas antologías, ha sido traducida a diversos idiomas, figurando asimismo en los sitios de internet “Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes” y “Diccionario de Autores de la Cátedra Miguel Delibes”.


Incienso y plata. Levedad del verso. Ausencia del manido ripio que recubre, como una costra de sensiblería, la piel literaria de la fiesta más hermosa del tiempo. De la más honda. De la única que es capaz de herirnos con el gozo. María Sanz lo sabe. Y lo ha escrito de puntillas, como pasa la Macarena. Exactamente igual. Nube de incienso y claridad de la plata.
Este libro es un canto de amor a la ciudad. Este libro huele a Semana Santa. Con eso está todo dicho.
(Del prólogo de Francisco Robles)

MISERICORDIAS

Un vuelo de vencejos rapta el aire vespertino de luces decadentes, de Alcazaba fugaz e infinita, anclada en el perfil oscuro de los naranjos cercanos. Misericordias en el azulejo de la Alianza, en los destellos rojizos que peregrinan más allá de Su imagen hasta el espejismo interior de otra cruz en el alma. Tiene tiempo todavía de ser nuestra la tarde, otra misericordia para los ojos elevados en el vuelo de los vencejos, lleno de la prisa de quien huye y desea, a la vez, permanecer en la sagrada memoria del misterio.

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